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Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María

Fiesta de la Purísima

en el segundo domingo de Adviento

“En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios to­dopoderoso y eterno.

Porque preservaste a la santísima Virgen María de toda mancha de pecado original, para preparar en ella, enriquecida con la plenitud de tu gracia, la digna madre de tu Hijo, y mostrar el comienzo de la Iglesia, su bella esposa, sin mancha ni arruga.

Purísi­ma había de ser la Virgen que nos diera al Cordero inocente que quita el pecado del mundo. Purísima la que destinabas entre todos, para tu pueblo, como abogada de gracia, y ejemplo de santidad”.

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