Día 3 de mayo, fiesta del Santo Cristo de Ourense.
“Por tu pasión y tu Cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”
La Historia de la Salvación tiene un final feliz
Con la muerte de Jesús queda abierta la Jerusalén del cielo para toda la humanidad. Al fondo, una puerta nos muestra que es a través de la entrega de Jesús como llegamos a entender el amor de Dios: «Yo soy la puerta del Reino de Dios: quien entre por esta puerta se salvará» (Marko Rupnik, Manrresa)
La cruz del Señor es el juicio del mundo, un juicio de misericordia. Es la elevación de la Cruz santa y vivificante sobre el mundo. La Cruz es el signo supremo, indeleble, que manifiesta el Señor resucitado en el Espíritu Santo. Icono de amor del Padre que ha entregado el Hijo en el amor del Espíritu. El Hijo del hombre debe ser ensalzado sobre la cruz, el trono de la divina gloria y de la misericordia. Se afirma solemnemente que el que cree en la exaltación del Hijo del hombre tiene vida eterna, ya que Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. La cruz levantada permanece in altum, sobre nuestras miserias y pecados, para que el que crea en Cristo tenga la vida eterna, participe de la vida de Dios. La cruz es preciosa porque significa el amor gratuito de Dios, a cambio de nada, sin esperar la respuesta de fe y de amor del mundo. La cruz es manifestación de la Trinidad: el Padre se da en su Hijo en el amor del Espíritu Santo.
“Por tu pasión y muerte de cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia. Momento de silencio