Descanse en paz el M. I. Sr. D. Perfecto González Sulleiro,
Canónigo emérito de la Catedral Basílica de San Martiño
R. I . P.
Natural de san Cibrao de Lás, ordenado sacerdote el 29 de junio de 1957. Es nombrado formador y profesor del Seminario Menor de la Inmaculada y rector del Seminario Menor de la Inmaculada el día 1 de octubre de 1969. Promueve el deporte (por primera vez vestimos ropa deportiva), con él hacíamos grandes caminatas (la gente, al vernos pasar, decía: “irán castigados”). Amaba la austeridad. Era famosa la frase que nos repetía con frecuencia: “tengo sed, una fuentes; luego, no bebo”. Y cuando no nos esforzábamos lo suficiente, nos repetía: “no seas piedra de río, que no vale para construir”.
Licenciado en Clásicas por la Pontificia Universidad de Salamanca, era el hombre de las mil ideas: al comienzo de cada curso escolar cogía por banda a los formadores para mentalizarte de cara el nuevo curso: grandes representaciones teatrales por la Inmaculada (obras clásicas como la Antígona…), programación de cine todo el año (en el seminario he visto las mejores películas de la historia del cine y, en un concurso intercolegial, el seminario ganó el campeonato de cine); rondalla, plantación de árboles en el monte del seminario; rugby en el seminario y D. Perfecto, en medio del campo, con el reglamento en la mano interpretando cada jugada). Trabajador incansable hasta conseguir la homologación de los estudios: “un Seminario Menor con sus estudios homologados con los del Estado para respetar de una manera sincera la libertad del seminarista, si llegara a descubrir que el sacerdocio no es su camino”. Los que estábamos a su lado resumíamos sus esfuerzos en aquel diálogo que mantenían el Sr. Obispo, burgalés, y D. Perfecto: “Sulleiro, eres tozudo”… “D. Ángel, querrá decir, tenaz”. Director y alma mater del Seminario de verano en Porto do Son. Allí hacía madrugar a los seminaristas y a las siete de la mañana todos al agua.: “hay que ser espartanos en la vida, muchachos”. Toma posesión de canónigo el día siete de octubre de 1985 y pasa a ser capellán de las Esclavas del Santísimo Sacramento.
El día 1 de octubre de 1984 es nombrado Rector del Seminario Mayor del Divino Maestro. No fue un momento fácil. En la toma de posesión decía: “hay flores en el claustro del Seminario, tiempo de siembre y de esperanza”. Inicia la afiliación del Seminario con la Pontificia Universidad de Salamanca para convertirlo en Instituto Teológico. Él mismo, de su peculio, dona 400.000 pesetas para adquirir las Actas del Concilio Vaticano II, imprescindibles en Instituto Teológico.
Muy preocupado por la solución de los problemas; en apariencia, de carácter duro, pero con una ternura inigualable; querido, apreciado y muy valorado por sus alumnos; amigo de la dialéctica hasta el punto, a veces, de llevar la contraria de lo que él mismo pensaba, y, aviniéndose al final: “no, por eso digo”. Conciliador en política, con amistades en las ideologías más dispares. Rector del templo de santa María Madre con innovaciones oportunas.
Canónigo emérito, vicario parroquial por voluntad propia en San Pío X. Con una frase lapidaria explicaba ahora su cometido de emérito:: “Vuestra misión no es dar de comer a las gallinas (decía a los curas jóvenes). Eso lo hacemos los eméritos. Vosotros tenéis que alimentar a los Gallos de pelea”, refiriéndose a los nuevos líderes de la pastoral diocesana.
Los exalumnos del Seminario, los sacerdotes que se formaron durante su providencia y muchos amigos y compañeros, sacerdotes, religiosos y seglares, expresan su más profundo agradecimiento a D. Perfecto y ruegan al Señor por su eterno descanso.
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