Día 8º.- Una Iglesia sinodal:
Tema: Martín nos enseña a ser Iglesia sinodal.
Neste día, Señor, en que facemos
de Martiño de Tours memoria santa,
traémosche, de amor ofrenda humilde,
da gratitude as flores perfumadas.
Pola oración,
que en monacal unión lle segue o traballo,
gracias, Señor.
Polo Pastor,
que os seus apacentou con forte brazo,
gracias, Señor.
Polo esplendor
da gloria que refulxe nos teus santos,
gracias, Señor.
E polo ardor
que a túa gracia lle regala ó ser humano,
gracias, Señor.
Neste día, Señor, en que facemos
de Martiño de Tours memoria santa,
traémosche, de amor ofrenda humilde,
da gratitude as flores perfumadas.
La Iglesia, que vive de la Pascua y de Pentecostés, debe plantearse en cada circunstancia histórica cómo mejor expresar la identidad de su misión con la misión que ha recibido del Padre por el Hijo y en el Espíritu. Si atendemos a la evolución del postconcilio Vaticano II, constatamos que la sinodalidad es la figura que mejor expresa está comunión del presente con el pasado, tanto desde la práctica pastoral como desde la reflexión teológica. Desde la práctica pastoral constatamos cómo más de la mitad de las diócesis españolas han celebrado sus sínodos diocesanos. Desde la reflexión teológica, la sinodalidad va adquiriendo carta de ciudadanía en íntima unión con el magisterio eclesial. Todo nos hace presagiar que nuestro Sínodo Diocesano va atraernos los mejores frutos espirituales y pastorales para nuestras gentes gracias a la intercesión de nuestro santo y querido patrono San Martín. Hechos de los Apóstoles, 15, 1.6.28. “Unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidan conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse… Los apóstoles y los presbíteros se reunieron a examinar el asunto… Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables”. Oramos: “Señor, te suplicamos que nos ayudes a acoger la Palabra de tu Hijo: /Poneos en camino/ y salir de nuestras inercias y rutinas para recuperar la alegría y el entusiasmo de creer y la audacia necesaria para ser en el mundo testigos de misericordia y reconciliación. Te lo pedimos por intercesión de San Martín de Tours, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. (Cfr. Sínodo Diocesano, Oración).]]>