Día 8 de noviembre, día 6º de la novena
Martín, Obispo de Tours
Martín, alma de apóstol, que aceptaste morir,
ansiando el premio de la gloria:
vivir, si no, por bien de tus hermanos:
alienta nuestra fiesta en tu memoria.
Rechaza las insidias del Maligno,
renueva tus prodigios y favores,
el rostro de la Iglesia purifica,
dirige la labor de sus Pastores.
Del caos triunfador y una y mil veces,
levanta a los que yacen en pecado,
revístenos de amor y de justicia,
así como vestiste al marginado.
Redunde en alabanza de tu gloria
un nuevo florecer de vocaciones.
Infúndenos la fe que profesaste,
vertida en pensamientos y en acciones. Amén.
Tema: Martín elegido obispo de Tours. «Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la Cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales»
Tours fue una ciudad importante desde la época de los galos como lugar de paso gracias a los puentes sobre el río Loira. Los galos que habitaban en este sitio se llamaban turonos y fueron ellos quienes dejaron su nombre a la ciudad (Civitas Turonorum). Una de las personalidades más notables fue Martín de Tours, según nos cuenta Gregorio de Tours del siglo VI en su Historia de los Francos. San Martín llegó a ser Obispo, no por voluntad propia, sino por aclamación popular. En aquel tiempo era normal que para la elección de obispos se fijasen en los monasterios en donde estaban los mejor formados y los más avezados en la vida espiritual para poder enseñar, santificar y gobernar al Pueblo de Dios con el servicio del amor y la caridad solidaria para con todos y de forma especial para con los más necesitados. La vida pastoral del obispo Martín se caracterizó por la evangelización y la transformación de las costumbres paganas, combatiendo las teorías gnósticas y maniqueas de Prisciliano y de Arrio. Martín condena las herejías, pero perdona a los herejes.
Juan 10, 11- 14: “Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersas; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen”.
Contemplamos:
El papa Francisco señala un nuevo estilo episcopal para una Iglesia en salida a las periferias de la existencia humana: de servicio al pueblo de Dios, de vida entregada a los fieles, del pastor que anima e ilusiona a los suyos, del padre lleno de misericordia, que disculpa y perdona. Pero no de palabra, sino de obra. San Agustín define el ministerio episcopal como amoris officium: “El Obispo, cuando enseña, al mismo tiempo santifica y gobierna el Pueblo de Dios; mientras santifica, también enseña y gobierna; cuando gobierna, enseña y santifica” (Juan Pablo II, Pastoris Gregis.9)
Padre nuestro, que estás en el cielo…
Oramos: “Señor Dios nuestro, que infundiste en San Martín de Tours espíritu de verdad y amor para apacentar a tu pueblo, concede a cuantos celebramos su memoria crecer en santidad, imitando su ejemplo”. Por Cristo nuestro Señor. (Cfr. Misal Romano, Común de Pastores).
Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

