Día 29 de abril, domingo: 5º día de la novena.
El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Comentario: Nuestro ser cristiano se verá por los frutos de santidad que demos, para ello se requiere estar unidos a la vid, que es Cristo. Estaremos unidos a él si cumplimos el mandamiento del amor, a Dios y a los demás. Por la participación en la Eucaristía nos unimos a él y nos da la fuerza suficiente para mostrarlo con nuestras buenas obras. Del Papa Francisco. E.G. 48,88: Si la Iglesia entera asume este dinamismo misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? Cuando uno lee el Evangelio, se encuentra con una orientación contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos que «no tienen con qué recompensarte» (Lc 14,14). El Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo. La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura.. “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). ]]>