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Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los cielos

Domingo, 15 de agosto

Asunción de la bienaventurada Virgen María

 

El libro del Apocalipsis nos describe el cielo a través de unas imágenes muy gráficas. Nos presenta el arca de la alianza y una mujer muy particular que da a luz un niño. Podemos iden­tificar esta mujer con María, la madre de Jesús, el tabernáculo que albergaba la presencia del propio Dios. Por eso se la venera como Madre de Dios. La imagen del arca de la nueva alian­za resulta muy expresiva para describir la fun­ción de María en el plan de salvación. Dios se ha encarnado, se ha querido hacer un hombre cualquiera. Por ello fue concebido en un vientre materno, como cualquiera de nosotros. Dios ha irrumpido en la historia; el espíritu no ha recha­zado el cuerpo. Y María no ha querido aprove­charse del privilegio de su maternidad, sino que se ha puesto al servicio de su pariente, Isabel, que la necesitaba. Con el misterio de la Asun­ción celebramos que Dios no rechaza nuestra dimensión corporal. Él la ha redimido para que disfrutemos de la plenitud de la vida, el cielo (Misal Claret).

Oración colecta

Oh, Dios, que al mirar la humildad de santa María Virgen, la ensalzaste con la gracia de que tu Unigénito naciese de ella según la carne, y en este día la has coronado con la más excelsa gloria; concédenos, por su intercesión, ser glorificados por ti los que hemos sido salvados por el misterio de la redención.

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