Oración para todos los días: ¡Señor mío Jesucristo! Aquí me tienes, junto a ti, trayendo a mi oración los gozos y tristezas de mis hermanos y las alegrías y las penas de mi vida diaria. Camino por el mundo, pero a veces me desoriento y no sé qué hacer; me distraigo a menudo en cosas materiales y me falta luz. Pero tú, Señor, hazme sentir nostalgia de ti y un firme propósito de no ofenderte nunca más. Concédeme tu gracia, para que, contemplando el camino de tu vida terrena, y atraído además por el ejemplo de San Martín, te siga con ilusión por la senda de esta vida, hasta encontrar en ti la paz y el gozo que no acaban. Amén. Un niño como los demás niños:
No hay muchos datos seguros acerca de la vida de Martín cuando era niño. Tenemos noticia de su nacimiento entre los años 316 y 317 en Hungría. También sabemos que, siendo Martín un niño, el padre, que era militar, fue destinado a Pavía, por lo que se trasladaron con él su esposa y su hijo Martín. En Pavía tuvo que acostumbrarse Martín a otros amigos. El ambiente, en una sociedad respetuosa con los cristianos, le ayudó a conocer el cristianismo. Se inscribió como catecúmeno, teniendo ante sus ojos la posibilidad de recibir el bautismo. El padre de Martín, que le permitió dar esos pasos en el camino de la fe cristiana, tenía la idea de que su hijo le siguiera en el ámbito militar.
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