TIEMPO DE ADVIENTO
Introducción al tiempo de Adviento
El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de esperanza: espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y Juez universal; conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo, mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos» (Mt 3, 2); y esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cf. Rom 8, 24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y «nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es» (1 ]n 3, 2).(Cfr. Directorio sobre la Piedad popular y la Liturgia (o. 96)
La corona de adviento
Litúrgica y pastoralmente no estaría mal que en la misa principal se procediese a la recuperación del rito bautismal de la bendición del agua con la aspersión, invitando a la reconciliación y a la conversión al Evangelio.
El árbol de Navidad
Desde tiempos inmemoriales se ha visto en los árboles algo sagrado, referente a la divinidad (fertilidad, regeneración, primavera…). El cristianismo transformó las costumbres nórdicas paganas de venerar las encinas como sagradas. Ante la imposibilidad de erradicar tales creencias, las asumió cambiándoles el sentido. Cuenta la leyenda que en el siglo VIII había un roble consagrado al dios Thor en la región de Hesse, en el centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. El misionero Bonifacio taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto; un árbol que «representa la vida eterna porque sus hojas son perennes y porque su copa señala al cielo”.
Estrella de Belén
Elementos del árbol de Navidad: la estrella, colocada generalmente en la punta del árbol, representa la fe que debe guiar la vida del cristiano, recordando a la Estrella de Belén; las bolitas que adornan el árbol simbolizan los dones de Dios a la humanidad; las cinas de colores representan la unión de las familias y de las personas queridas, dando y recibiendo “aguinaldos”; las luces, en un principio velas, representan a Cristo, luz del mundo.
Pastoralmente el árbol de Navidad puede instalarse en las plazas, delante de los templos o en las casas en los primeros días del Adviento, tal como se hace en la plaza de san Pedro en Roma. Es un reclamo que nos coloca en actitud de esperanza activa prenavideña.
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