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Novena de la Medalla Milagrosa


Virgen y Madre Inmaculada, míranos con ojos misericordiosos, somos tus hijos que vienen a ti, llenos de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.Creemos y esperamos en tu Medalla, Madre nuestra del cielo, y la amamos con todo nuestro corazón, y tenemos la plena seguridad de que seremos atendidos en todas nuestras plegarias. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

“Levántate [José], toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. [José] se levantó, todavía de noche, tomó al niño y a su madre y partió a Egipto, donde residió hasta la muerte de Herodes?” [Mt.2, 13-14].

Hoy en el mundo hay unos 100 millones de personas desplazadas por obli­gación; de ellos, unos 30 millones son refugiados. María y su familia, como estos hermanos nuestros, también fue refugiada y prófuga.

La huida a Egipto no debió ser fácil: había peligros de desconocidos y ban­didos, de animales salvajes y serpientes venenosas, de falta de alimento y agua, del frío congelador de la noche y del calor abrasador del día, de deshidratación e insolación, de espejismos y cansancio porque la meta no aparecía en el horizonte. La prueba y la tentación eran ahora una realidad para María y José, como antes lo fue para el antiguo Israel. Con mucha probabilidad, para evitar peligros, María, su niño y José se unirían a alguna cara­vana de otros migrantes. Con ellos buscaban una tierra más segura donde vivir, y Egipto ofrecía una buena oportunidad en medio de la tristeza de huida.

Pidamos con fe y confianza las gracias que deseemos alcanzar de María en este día de su novena

Rezar tres Avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro socorro, haya sido desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén

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Novena de la Medalla Milagrosa


Virgen y Madre Inmaculada, míranos con ojos misericordiosos, somos tus hijos que vienen a ti, llenos de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa. Creemos y esperamos en tu Medalla, Madre nuestra del cielo, y la amamos con todo nuestro corazón, y tenemos la plena seguridad de que seremos atendidos en todas nuestras plegarias. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

En sus confidencias dijo la Virgen Milagrosa a sor Catalina: «Acontecerán no pequeñas calamidades. El peligro será grande. Llegará un momento en que todo se creerá perdido. Entonces yo estaré con ustedes: tengan confianza…». Refugiémonos en esta confianza, fuertemente apoyada en las seguridades que de su presencia y de su protección nos da la Virgen Milagrosa. Y en las horas malas y en los trances difíciles no cesemos de invocarla: «Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros».

«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra: por eso el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios… Nada es imposible para Dios. Respondió María: – Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra» [Lc.1, 35. 37-38].

María, desde que siendo niña subió al templo, fue aprendiendo a dar a Dios su pequeño «sí». Luego, al ir creciendo, escuchó en la sinagoga las extraordinarias historias de sus antepasados respondiendo «sí» a Dios y recibiendo de Él su bendición en medio de las dificultades. La entusiasmó el «sí a Dios» de Abraham, que salió de su tierra confiando en la promesa de Dios; la encendió el «sí a Dios» de Moisés, que aceptó regresar a Egipto para liberar al pueblo; le encantó el «sí a Dios» del niño Samuel, que aún no conocía al Señor. Ella, en la estela de estos y otros «síes» benditos, mo­vida por el amor de su Dios sorprendente, también respondió «sí» al plan misterioso de Dios: aquí estoy, soy toda tuya y para ti, vivo a tu disposición, haz de mi vida lo que deseas. Soy tu sierva y servidora, cúmplase en mí tu plan y tu voluntad.

María, intuyendo todo lo que se le venía encima en aquel anuncio mis­terioso del ángel, pero llena de gran confianza dijo «sí» a Dios. Con su «sí» acogedor comenzó a cambiar definitiva y favorablemente la historia de su vida, de las nuestras, la historia de la humanidad y de toda la creación.

Pidamos con fe y confianza las gracias que deseemos alcanzar de María en este día de su novena

 Rezar tres Avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro socorro, haya sido desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

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Novena a la Medalla Milagrosa

Virgen y Madre Inmaculada, míranos con ojos misericordiosos, somos tus hijos que vienen a ti, llenos de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa. Creemos y esperamos en tu Medalla, Madre nuestra del cielo, y la amamos con todo nuestro corazón, y tenemos la plena seguridad de que seremos atendidos en todas nuestras plegarias. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

«Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: —Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquel. El ángel le dijo: —No temas, María, que gozas del favor de Dios» [Lc.1, 28-30].

El Dios de Israel, nuestro Dios, es el que viene, entra y nos sobresalta. María, tras la fiesta de sus desposorios con José, había vuelto a la casa de su familia. Volvía a su tarea habitual de cada día. Estaba enamorada de su presente y de su futuro, de la llegada del día de su matrimonio, de unir definitivamente su vida a la de José, de dejar la casa de sus padres y de ir a vivir a su casa matrimonial, enamorada de ser madre y tener hijos, enamorada, como todo israelita, de esperar al Mesías…

Y estando «a lo suyo», alguien de Dios, Dios mismo, entra y la sobre­salta con palabras que agitaron su interior y dieron un vuelco a su corazón: alégrate, más que por estar desposada con José, porque eres bendecida de Dios, porque eres su preferida, su amada y su agraciada. Dios está completamente enamorado de ti y quiere ser tu Amado, Él quiere ser para ti y quiere que tú seas para Él. Y María «se turbó». «Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos» [1s 55, 8].

Pidamos con fe y confianza las gracias que deseemos alcanzar de María en este día de su novena

Rezar tres Avemarías con la jaculatoria: OH MARÍA, SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro socorro, haya sido desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

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Novena de la Medalla Milagrosa

Virgen y Madre Inmaculada, míranos con ojos misericordiosos, somos tus hijos que vienen a ti, llenos de confianza y amor, a implorar tu maternal protección, y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa. Creemos y esperamos en tu Medalla, Madre nuestra del cielo, y la amamos con todo nuestro corazón, y tenemos la plena seguridad de que seremos atendidos en todas nuestras plegarias. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

AMBIENTACIÓN DE ESTE DÍA:

En una medianoche iluminada con luz celeste como de Nochebuena —la del 18 de julio de 1830— se apareció por primera vez la Virgen Santísima a santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad de san Vicente de Paúl. Y le habló a la santa de las desgracias y calamidades del mundo con tanta pena y compasión que se le anudaba la voz en la garganta y le saltaban las lágrimas de los ojos. ¡Cómo nos ama nuestra Madre del cielo! ¡Cómo siente las penas de cada uno de sus hijos! Que tu recuerdo y tu medalla, Virgen Milagrosa, sean alivio y consuelo de todos los que sufren y lloran en desamparo.

«El nacimiento de Jesucristo sucedió así: su madre, María, estaba prometida a José, y antes del matrimonio resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, decidió repudiarla en secreto» [Mt 1, 18-19].

María, como las muchachas de Israel, sabía y así se lo habían contado la noche de pascua, que el Dios de Israel, su pueblo, era un Dios enamorado. El Dios en quien ella creía y a quien ella amaba, se había enamorado y había elegido al pueblo de Israel y lo había ido mimando durante los siglos. Israel era un pueblo cabezota e infiel, pero Dios seguía amándolo cada vez más. Su amor es tan grande, que Dios se presenta como el esposo de Israel. «El Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa la encontrará tu Dios contigo» [cf. Is 62, 1. 4-5].

En la época de José y María, los jóvenes no se desposaban ellos mismos, sino que eran desposados por sus padres. Si estos no lo consentían, nada había que hacer. Pero imaginamos que los dos se fueron ganando a sus respectivos padres al descubrirles la joya que era su amada María y el buen partido que era su amado, José el artesano. Al final, hubo fiesta de desposorios.

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro socorro, haya sido desamparado de Vos. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, oh Madre, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

2025-04-23 14.04.31

Novena a san Martín

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Hoy es día de fiesta. Es la fiesta de nuestro patrono San Martín de Tours. Por eso estamos alegres. Hace poco la diócesis y la catedral de Ourense celebraban el 1700 aniversario del nacimiento de San Martín de Tours con la máxima solemnidad. En aquellas fechas Ourense estuvo presente en la basílica de San Martín de Tours en Francia: la peregrinación diocesana tuvo como meta la ciudad de la que fue obispo San Martín. Allí dejó inscrito su nombre en la cripta de la basílica. La Coral de Ruada nos acompañó solemnizando con sus cantos y música la celebración. Un hito importante en el 1700 aniversario del nacimiento de San Martín, fue la celebración de su fiesta, el día 11 de noviembre de 2016, con la presencia de once obispos, el Cabildo de la S. I. Catedral, los Señores Vicarios Episcopales, los Señores Arciprestes, numeroso clero y la catedral abarrotada de feligreses. La misa fue retransmitida para toda España por 13TV. Pero hoy, como ayer, nuestro pueblo orensano se viste de fiesta para honrar a San Martín de Tours.

Ourense, Compostela y  Mondoñedo celebran a San Martín de Tours. Muchas parroquias de Galicia y de Ourense festejan a su santo patrono. En Ourense el magosto y las hogueras de los montes que rodean la ciudad se convierten en motivo etnológico y gastronómico de la fiesta. A la fiesta de San Martín se le ha unido también ahora la fiesta de la Galeguidade. Pero, claro, mucho hacia afuera y poco hacia adentro: la devoción a San Martín es más bien poca. ¡Esperemos que vaya en aumento. Haremos lo posible! 

“Santo eres en verdad y digno de ser glorificado, Dios que amas a los hombres y les acompañas siempre en el camino de la vida. Bendito, en verdad, tu Hijo, que está presente en medio de nosotros cuando su amor nos congrega y, como en otro tiempo a los discípulos, nos explica las Escrituras y parte el pan”. Por intercesión de San Martín de Tours concédenos vivir la alegría del Evangelio, que él nos ha predicado. Por Cristo nuestro Señor. Amén. (Cfr. Misal Romano, Plegaria Eucarística por diversas necesidades II. Dios guía a su Iglesia por el camino de la salvación).

Bendigamos al Señor. Demos gracias a Dios.

2025-04-23 14.04.29

Novena a san Martín

La Iglesia, que vive de la Pascua y de Pentecostés, debe plantearse en cada circunstancia histórica cómo mejor expresar la identidad de su misión con la misión que ha recibido del Padre por el Hijo y en el Espíritu. Si atendemos a la evolución del postconcilio Vaticano II, constatamos que la sinodalidad es la figura que mejor expresa está comunión del presente con el pasado, tanto desde la práctica pastoral como desde la reflexión teológica. Desde la práctica pastoral constatamos cómo más de la mitad de las diócesis españolas han celebrado sus sínodos diocesanos. Desde la reflexión teológica, la sinodalidad va adquiriendo carta de ciudadanía en íntima unión con el magisterio eclesial.

En Ourense, desde el año 1909 no se celebraba un sínodo. El Sínodo Diocesano, que hemos celebrado en nuestros días, nos ha traído los mejores frutos espirituales y pastorales para nuestras gentes. Gracias a la poderosa intercesión de nuestro patrón san Martín, hemos culminado este tiempo de oración, de estudio, de diálogo sinodal y de compromiso apostólico en medo de una larga y dolorosa pandemia del covid 19 que nos ha asolado corporal, espiritual y hasta anímicamente.   

Muchos problemas nos embargan: muchas parroquias; escasez de sacerdotes para una mejor atención pastoral, desplome demográfico de nuestra diócesis eminentemente rural, pastoral de siempre para tiempos totalmente nuevos y distintos, edad avanzada del clero, Iglesia clericalizada, laicos poco comprometidos y con escasa formación religiosa,  pocos movimientos eclesiales de laicos, religión de cumplimiento. ¿Qué hacer en tal situación? Entre todos, Obispo, sacerdotes, religiosos, laicos cristianos tenemos que buscar solución, dejándonos iluminar por el Espíritu y escuchando los hermanos.  Somos Iglesia en camino.

“Señor, te suplicamos que nos ayudes a acoger la Palabra de tu Hijo: /Poneos en camino/ y salir de nuestras inercias y rutinas para recuperar la alegría y el entusiasmo de creer y la audacia necesaria para ser en el mundo testigos de misericordia y reconciliación. Te lo pedimos por intercesión de San Martín de Tours, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

2025-04-23 14.04.29

Novena a san Martín

Oh Dios, que quieres que todos los pueblos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, mira tu inmensa mies y envíale operarios para que sea predicado el Evangelio a toda criatura”. Te lo pedimos por intercesión de San Martín de Tours, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.(Cfr. Misal Romano, Por la Evangelización de los pueblos).