Octavario por la Unidad de los Cristianos
Mensaje de los Obispos
Los obispos comienzan su mensaje señalando que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, “nos vuelve a interpelar, poniendo como un espejo ante nuestra vista la falta de unidad que nos aqueja, restando así significado a nuestra presencia en el mundo”. Y añaden, “el avance de la descristianización de Europa inquieta la conciencia de las Iglesias y Comunidades eclesiales, preocupadas por la pérdida de identidad cristiana del Occidente, cuya cultura y comprensión de la vida, del origen y destino del ser humano no podría entenderse sin la referencia de su propia historia al Evangelio”.
Los obispos reclaman volver a poner el foco en el mandato que Cristo confío a los apóstoles, anunciar el Evangelio, que es la razón de ser de la Iglesia. “La salvación –puntualizan- es el destino universal de todos los seres humanos; y para que la salvación alcance a todos es preciso darles a conocer la verdad que se le ha confiado a la Iglesia”.
En sintonía con el lema que se propone para este año, “hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo” ponen su esperanza en que la luz de Cristo “sigue alumbrando las oscuridades de las personas y de los pueblos, sin que se extinga el hambre de Dios”. La adoración de los Magos de Oriente, “proclama el carácter universal de la salvación que el Hijo de Dios vino a traer a la tierra, y esa universalidad mira tanto a los países de misión como a las sociedades de los países antes cristianos y hoy en la frontera del indiferentismo, donde tanto han disminuido las comunidades cristianas confesantes y de práctica religiosa”.
En referencia concreta al tema ecuménico, los obispos explican que este año «queremos poner el acento en el alcance universal del anuncio de la salvación en Cristo y, por tanto, en el carácter misionero de un ecumenismo que no pierda de vista el fin último de la evangelización«. Y puntualizan, «la nueva evangelización es tarea de todos, y la misión requiere hoy de las Iglesias y Comunidades un trabajo de conjunto.»
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Fiesta del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, en el que maravillosamente es proclamado como Hijo de Dios, las aguas son santificadas, el hombre es purificado y se alegra toda la tierra (elog. del Martirologio Romano).
Canto de entrada: Cfr. Mt. 3, 16-17.
Apenas se bautizó el Señor, se abrieron los cielos y el Espíritu se posó sobre él como una paloma, y se oyó la voz del Padre que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo, en el Jordán, al enviar sobre él tu Espíritu Santo, quisiste revelar solemnemente a tu Hijo amado, concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre empre en tu benevolencia.
“Viene el que es más fuerte que yo; el os bautizará con Espíritu y fuego” (Lc.3, 16).
“El presente Domingo nos presenta la cuarta epifanía del Señor; a ella han precedido la aparición del Jesús infante a los pastores, del Jesús adolescente en la fiesta de la Familia y anticipada litúrgicamente la de los Magos, el día 6; la fiesta de hoy sería la cuarta manifestación acontecida en el Bautismo. Nos lo acaba de decir San Lucas: en el momento de bautizarse bajó el Espíritu Santo sobre Él en forma de paloma y vino una voz del cielo que dijo: Éste es mi Hijo, el amado; en ti me complazco” (Lc 3, 22).]]> 
Oración colecta:
Oh, Dios, que revelaste en este día tu Unigénito a los pueblos gentiles por medio de una estrella, concédenos con bondad, a los que ya te conocemos por la fe, poder contemplar la hermosura infinita de tu gloria.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo: Mt.2, 1-12
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Las Fiestas del año litúrgico:
Queridos hermanos: La gloria del Señor se ha manifestado y se continuará manifestando entre nosotros, hasta el día de su retorno glorioso. En la sucesión de las diversas fiestas y solemnidades del tiempo, recordamos y vivimos los misterios de la salvación.
Centro de todo el año litúrgico es el Triduo pascual del Señor crucificado, sepultado y resucitado, que este año culminará en la noche santa de Pascua que, con gozo, celebraremos el día 17 de abril.
Cada domingo, Pascua semanal, la santa Iglesia hará presente este mismo acontecimiento, en el cual Cristo ha vencido al pecado y a la muerte. De la Pascua fluyen, como de su manantial, todos los demás días santos.
El Miércoles de Ceniza, comienzo de la Cuaresma, que celebraremos el día 2 de marzo. La Ascensión del Señor, que este año será el 29 de mayo. El Domingo de Pentecostés, que este año coincidirá con el día 5 de junio. El primer domingo de Adviento, que celebraremos el día 27 de noviembre.
También en las fiestas de la Virgen María, Madre de Dios, de los apóstoles, de los santos, de san Martín de Tours el día 11 de noviembe, y en la conmemoración de todos los fieles difuntos, la Iglesia, peregrina en la tierra, proclama la Pascua de su Señor.











Que “el Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz” (Num.6, 22-27).











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Celebramos la memoria de santa Lucía Virgen y Mártir, quien, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, en Italia, mereció entrar con él a las bodas y poseer la luz indefectible. Lucía es protectora contra los males de la vista.





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