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Obispo Electo, D. Francisco José Prieto

Misa en acción de gracias en la S. I. Catedral de san Martín

por el Obispo Electo D. Francisco José Prieto Fernández,

Obispo Auxiliar de Santiago de Compostela.

Día 7 – IV – 2021

«…llamó a los que Él quiso» (Mc 3, 13)

Exhortación apostólica postsinodal Pastores Gregis del santo padre Juan Pablo II (n. 10)

“La muchedumbre seguía a Jesús cuando Él decidió subir al monte y llamar hacia sí a los Apóstoles. Los discípulos eran muchos, pero Él eligió solamente a Doce para el cometido específico de Apóstoles (cf. Mc 3, 13-19). En el Aula Sinodal se escuchó frecuentemente el dicho de san Agustín: «Soy Obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros». Como don que el Espíritu da a la Iglesia, el Obispo es ante todo, como cualquier otro cristiano, hijo y miembro de la Iglesia. De esta Santa Madre ha recibido el don de la vida divina en el sacramento del Bautismo y la primera enseñanza de la fe. Comparte con todos los demás fieles la insuperable dignidad de hijo de Dios, que ha de vivir en comunión y espíritu de gozosa hermandad. Por otro lado, por la plenitud del sacramento del Orden, el Obispo es también quien, ante los fieles, es maestro, santificador y pastor, encargado de actuar en nombre y en la persona de Cristo. Evidentemente, no se trata de dos relaciones simplemente superpuestas entre sí, sino en recíproca e íntima conexión, al estar ordenadas una a otra, dado que ambas se alimentan de Cristo, único y sumo sacerdote. No obstante, el Obispo se convierte en «padre» precisamente porque es plenamente «hijo» de la Iglesia. Se plantea así la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial: dos modos de participación en el único sacerdocio de Cristo, en el que hay dos dimensiones que se unen en el acto supremo del sacrificio de la cruz. Esto se refleja en la relación que, en la Iglesia, hay entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial. El hecho de que, aunque difieran esencialmente entre sí, estén ordenados uno al otro, crea una reciprocidad que estructura armónicamente la vida de la Iglesia como lugar de actualización histórica de la salvación realizada por Cristo. Dicha reciprocidad se da precisamente en la persona misma del Obispo, que es y sigue siendo un bautizado, pero constituido en la plenitud del sacerdocio. Esta realidad profunda del Obispo es el fundamento de su «ser entre» los otros fieles y de su «ser ante» ellos. Lo recuerda el Concilio Vaticano II en un texto muy bello: «Aunque en la Iglesia no todos vayan por el mismo camino, sin embargo todos están llamados a la santidad y les ha tocado en suerte la misma fe por la justicia de Dios (cf. 2 P 1, 1). Aunque algunos por voluntad de Cristo sean maestros, administradores de los misterios y pastores de los demás, sin embargo existe entre todos una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y la actividad común para todos los fieles en la construcción del Cuerpo de Cristo. En efecto, la diferencia que estableció el Señor entre los ministros sagrados y el resto del Pueblo de Dios lleva consigo la unión, pues los Pastores y demás fieles están unidos entre sí porque se necesitan mutuamente. Los Pastores de la Iglesia, a ejemplo de su Señor, deben estar al servicio los unos de los otros y al servicio de los demás fieles. Éstos, por su parte, han de colaborar con entusiasmo con los maestros y los pastores»”. El ministerio pastoral recibido en la consagración, que pone al Obispo «ante» los demás fieles, se expresa en un «ser para» los otros fieles, lo cual no lo separa de «ser con» ellos. Eso vale tanto para su santificación personal, que ha de buscar en el ejercicio de su ministerio, como para el estilo con que lleva a cabo el ministerio mismo en todas sus funciones”.

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Domingo de Pascua

Domingo de Resurrección:

Una esperanza viva para siempre

La Iglesia de los orígenes no celebró sino una sola fi esta, la Pascua. No solo era la fi esta por excelencia, sino la única fi esta, la fi esta total de la cual no podía existir ninguna otra. La muerte y resurrección de Jesucristo era el núcleo de la predicación apostólica, el contenido de la fe y de los sacramentos. La vida social de la comunidad consistía en reflejar la pascua de Jesús en la convivencia y en la calle. La pascua es tan antigua como la misma Iglesia. Todas las celebraciones han nacido de la pascua. La pascua de Cristo en nosotros como esperanza de la gloria, una esperanza viva para siempre. La pascua de Cristo no es solo un suceso que ocurre dentro de la historia. Es un acontecimiento que funda y configura la historia. Con la resurrección de Cristo la eternidad se inserta en el corazón del tiempo. Y el núcleo de la predicación apostólica es que el Viviente, Cristo vive dentro de la comunidad. La pascua nos hace contemporáneos y partícipes de Cristo y de los misterios redentores de su vida. Cristo con su muerte y resurrección destruyó nuestro hombre viejo. Resucitando recreó nuestra vida nueva. Hay algo maravilloso y evidente en nuestra fe: si Dios es amor, resucitar es amar. La resurrección es un mensaje de animación y de vida. Parte de nosotros, de un Cristo no solo conocido, sino vivido. La resurrección nos invita e invita a la comunidad cristiana a renovarnos, pero no a renovar solo los papeles, sino renovarnos las personas. Hay que establecer contactos, y no solo proyectos. Debemos renovar convenciendo, no venciendo y pasar a ser una Iglesia misionera y en permanente misión para ser testigo de “esperanza viva para siempre”. La resurrección de Cristo nos exige pasar de ser una Iglesia instalada en el mundo a una Iglesia siempre comprometida en el cambio del mundo y siempre comprometida en la causa de los pobres y olvidados (Pastoral diocesana).

 

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Semana Santa

Vixilia Pascual na Noite Santa Mañá, as 19.30  horas, no sábado santo pola tardiña, ten lugar a celebración da Vixilia Pascual na Catedral. É unha noite de vela, conmemorando a Noite Santa na que o Señor resucitou. Por iso san Agostiño chamáballe a nai de tódalas santas vixilias”. Na Igrexa ortodoxa a celebración dura toda a noite e remata pola mañanciña do domingo ca nacida do sol. Estas son as partes a ter en conta: bendición del lume e encendido do cirio pascual (Cristo, luz do mundo); canto da Anxélica (precioso pregón pascual); coa palabra de Deus repaso a historia da salvación; bendición da auga, renovación das promesas bautismais e bautismo de catecúmenos. E, o máis importante, a celebración da Eucaristía da vixilia de pascua, Aleluia.

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Semana Santa

Venres Santo na Paixón do Señor

Santo Viacrucis en la Catedral

El Viacrucis es el ejercicio de piedad más valorado para venerar la Pasión del Señor, participando con su afecto en el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: el Monte de los Olivos, el Monte Calvario, el jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo. El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media la peregrinación a Tierra Santa para visitar devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las «caídas de Cristo» bajo el peso de la Cruz; la devoción a los «caminos dolorosos de Cristo», la devoción a las «estaciones de Cristo», esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario. En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII, En el ejercicio de piedad del Vía Crucis se acentúan varios rasgos de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; la vida como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, llevando cada día la propia cruz (cfr. Lc 9,23)Pero, para realizar con fruto el Vía Crucis, debemos tener presentes lo que sigue:  “el Vía Crucis es un ejercicio de piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de esperanza, de la ResurrecciónGalería de fotos:

Venres Santo na Paixón do Señor

Hoxe pola tarde, as 17.00 horas, terán lugar na Catedral os oficios litúrxicos do Venres Santo. Neste día non hai misa e dáse a comuñón ca eucaristía reservada do Xoves Santo. Cristo crucificado é hoxe o centro da liturxia, coa reflexión e a contemplación do misterio redentor do Noso Señor Xesucristo: “mirade a árbore da cruz na que estivo cravada a salvación do mundo. Vinde e adorémola”. O silencio e o altar sen manteis indícanos a desolación que reina no ambiente pola morte do Señor. As partes principais da celebración son o canto ou lectura da paixón do Señor, a oración universal por tódalas necesidades do mundo e a adoración da Santa Cruz. A proclamación da palabra de Deus culmina co canto ou a lectura da paixón do Señor segundo san Xoán, na que Xesús déixanos en herdanza  a súa nai, como nai nosa e de toda a humanidade: “fillo, aí tes a túa nai”, referíndose a Virxe María, a nova Eva, a Nai da nova humanidade redimida por Xesucristo. A oración universal que se fai por todos e por tódalas necesidades do mundo, sen exclusivismo algún. Vanse indicando as intencións, gárdase un momento de silencio e pídeselle ao Señor que escoite a nosa oración. A adoración da santa Cruz, sinal de triunfo, de doazón plena, de amor total. Unha paixón voluntariamente aceptada, que nos salva, perdoando tódolos nosos pecados. Mentres adoramos a santa Cruz podemos dicir: “Pola túa paixón e pola túa cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos na vida e máis na morte”. Neste día faise colecta polos Santos Lugares. En moitos deles os cristiáns foron perseguidos e masacrados, como puidemos comprobar na viaxe do Papa a Ur de Caldea na actual Irak.  Galería de fotos: ]]>

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Semana Santa

 

Xoves Santo na Cea do Señor

Hoxe pola tarde, a partir das 17.00 horas, terá lugar na Catedral a misa “da Cea do Señor”. Destacan tres partes fundamentais: a institución da Eucaristía, o mandamento novo do Señor e o lavatorio dos pés, recordando o que Xesús fixera na última cea cos seus discípulos. A institución da Eucaristía e máis do sacerdocio, que hoxe conmemoramos, tivo lugar na última cea, que o Señor celebrou cos seus discípulos no Cenáculo en Xerusalén. Sabendo que lle quedaba pouco para estar con eles, o Señor tomou pan, bendiciuno e, dando gracias, déullelo aos seus discípulos dicindo: “tomade e comede todos del, pois isto é o mue corpo que se vai entregar por vós”. E de xeito semellante fíxoo co cáliz: “tomade e bebede todos del, pois este é o cáliz do meu sangue, que se derrama por vós e por moitos para o perdón dos pecado”. E engadiu de seguido: “facede isto en memoria de min”. O mandamento do amor ven a ser coma a última disposición testamentaria do Señor para os seus discípulos: “douvos un mandamento novo, que vos amedes uns aos outros como eu vos teño amado; nisto coñecerán que sodes os meus discípulos: si vos amades uns aos outros”. E todo no ambiente de unidade: “Pai, que todos sexan un para que o mundo crea”. O lavatorio dos pes, que neste ano vaise suprimir por mor da covid 19, é un xesto que ven a resumir a esencia da ensinanza de Xesús aos seus discípulos. Colleu unha toalla, cinguiuna a súa cintura, axeonllouse e púxose a lavárllelos pés.  E recomendoulles: “o que eu fago con vós, facédeo uns cos outros”, referíndose ao que Xesús ensinara: “o que queira ser o primeiro, fágase o último de todos”, “pois o Fillo de Deus non veu a ser servido, se non a servir e a dar a vida por todos”. Neste día non podemos esquecer que a colecta de Cáritas é fundamental e que ven a reforzar canto levamos dito, pois as necesidades dos máis pobres e sen teito son moitas e veñen agravadas pola pandemia que estamos a sufrir. As colas de xente pasando polas parroquias a recoller víveres danos razón da importancia que ten o compromiso dos cristiáns ca solidariedade con quen máis o precisa. ]]>

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Cuaresma

Domingo de Ramos:

Una esperanza en carne viva

Este domingo, llamado “de Ramos” nos sitúa en el pórtico de los días santos de nuestra redención. Es un reto importante situarnos adecuadamente para vivirlos con autenticidad. Se trata del máximo drama de la humanidad, el de su propia redención. La Iglesia, ya desde sus inicios, se sintió convocada el domingo por el mismo Señor para celebrar el misterio pascual, y la Iglesia madre de Jerusalén comenzó a conmemorar los sucesos de la redención en los mismos tiempos y lugares en que acontecieron. Así nació la celebración semanal y anual de la pascua. El domingo de Ramos es a un tiempo “pórtico” de la pasión y “síntesis” de ella. El amor padecido y sufrido es garantía de veracidad de ese amor: un “reino” al revés, que no llega a caballo sino montano en un simple asno y lo aclaman los pobres y sencillos, nunca los poderosos ni los sabios. La cruz de Cristo no es solo un suceso histórico, sino la más formidable contrahistoria del mal. En la cruz, Cristo se hizo vencedor haciéndose víctima, recorriendo el camino contrario a los deseos de poder y dominio. En la cruz, la Omnipotencia se hizo impotencia. Se abajó, se anonadó siguiendo el camino contrario al odio y al orgullo. Es un camino inaudito; a nadie se le ocurre ganar perdiendo, o triunfar mediante el fracaso personal, o afirmar a los demás desafirmándose a sí mismo, o exaltar a los otros en el rebajamiento de sí mismo. Esta es la “sabiduría” y la “fuerza” de Dios en Cristo: no devolver mal por mal. Representa el triunfo del amor sufrido, por eso la esperanza se hace carne viva, sufriente, entregada. En la cruz, Cristo amó uniendo dos extremos, la máxima ofensa y el máximo amor. Y quiso que ese mismo suceso, singular y único, perdurase siempre y fuese celebrado, ¡el mismo! Por todos sus seguidores. Creer en Jesucristo es adorar su cruz, no la de palo, sino la de su amor total. La cruz, el amor en la indiferencia y la contrariedad es el distintivo de los seguidores de Jesús. Y es lo que verdaderamente celebramos ahora los cristianos si realmente somos seguidores del Crucificado (Pastoral diocesana). Galería de fotos:    ]]>

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Festividad de san José

FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ

Día 19 de marzo de 2021

 

CARTA APOSTÓLICA PATRIS CORDE

DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Con motivo del 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la iglesia universal

 Con corazón de padre: así José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José». Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fuese y la misión que la Providencia le confió.

Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO

A SAN JOSÉ

Salve, custodio del Redentor y esposo de la Virgen María. A ti Dios confió a su Hijo, en ti María depositó su confianza, contigo Cristo se forjó como hombre.

 Oh, bienaventurado José, muéstrate padre también a nosotros y guíanos en el camino de la vida. Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal. Amén.

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Cuaresma

Domingo 4º de Cuaresma:

Una esperanza cuidadosa

En este tiempo de confusión y cambio mucho importa recuperar lo central y poner en valor lo que es importante. “Tanto amó Dios al mundo…” . Aquí está todo dicho. Desbordamiento de Dios amando, se derrama sobre el mundo en la encarnación del Hijo para hacer redención. Inundación, desmesura del amor de Dios. Los seguidores de quien dio la vida por el mundo debemos envolver y abrazar el mundo con la esperanza del Salvador. De ahí que la Iglesia debe ser una comunidad apasionada por la vida del hombre. Iglesia, hogar cálido para que todos encuentren motivos para seguir   esperando. Cómo duele sentir Iglesias sin calor materno, sin acogida cálida. Muchas veces “hace frío en la Iglesia” cuando no tiene entrañas de madre, sino que enjuicia, restringe o frena. Sólo una Iglesia madre capaz de amar en desmesura podrá engendrar, dar vida, generar nuevos convertidos, abrir brechas en los muros de la indiferencia; Jesús se propone en la Cruz como un signo, un signo de misericordia, de perdón, de reconciliación. ¿Qué experiencia vives cuando miras la Cruz? ¿Te cuesta ser acogedor, conciliador, paciente? ¿En qué momentos, con qué personas, en qué situaciones? ¿Experimentas tu parroquia como un lugar de acogida, como un hospital que cura a los heridos, más que un centro penitenciario? Conoces a alguna persona que haya vivido esto? (Pastoral diocesana).      ]]>

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Cuaresma

Domingo 2º de Cuaresma:

Una esperanza luminosa

 

En la tradición bíblica lo alto de la montaña es un lugar privilegiado de encuentro, de búsqueda, de escucha, de conversación con Dios. También es un arte de vivir y un símbolo de andar la vida como buscadores, caminantes, peregrinos, escaladores y aprendices hacia una sabiduría que se encuentra en el Misterio de Dios. En la Cuaresma nos encontramos esta invitación de Jesús de “ir a lo alto de un monte”. Encontrarnos con Él para encontrar la LUZ; Dios es Presencia y Luz para ser personas con luz.

La propuesta de Jesús es salir a menudo de casa, de lo nuestro, de lo sabido, de lo conocido, de lo amarrado y subir “a lo alto de la montaña” ( o al silencio del cuarto o del banco del templo o de paseo…) donde se encuentra la experiencia del encuentro con Dios como una Luz que quema y enciende la vida. Una Luz para ser “luz” y “testigos de la luz”. Subir, salir y contemplar como Dios nos invita a ser personas-luz, a vivir la vida ardiendo con tanto en tusiasmo que a quien se acerque podamos ayudarles a encender su propia luz. La Luz de Dios transfigura porque a Él le gusta vernos vivos, activos, ilusionados, buscadores, intrépidos, luminosos.

Jesús va camino de Jerusalén desde la incertidumbre de lo que sucederá, con la misma incertidumbre que sufrimos nosotros. Él sabe de silencios, de miedos, de dudas. Pero con sus discípulos sube a la montaña de la oración, del encuentro y de la escucha. En contacto con Él y con el Padre se nos ilumina el corazón, como a Jesús, y escuchamos su voz: “Id con Jesús a Jerusalén, hacia el futuro, confiados…”. Queremos bajar del monte, convertidos en “personas luz” y echarnos a andar por nuestras calles y caminos sembrando la esperanza luminosa que viene del Señor (Pastoral diocesana).

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San Rosendo en su novena. Bendición de su imagen en la girola de la S. I. Catedral de Ourense

San Rosendo

28 – II – 2021 Fitos importantes

e acentos para Igrexa do século XXI:

  • S. Rosendo, Fillo de una nobre familia cristiá. A familia é peza imprescindible para transmitir a fe ós nenos e ós mozos: “As familias, transmisoras da fe”, rezaba o lema da visita do Papa, Benedicto XVI a Valencia.

 

  • S. Rosendo, un mozo do seu tempo. A formación dos mozos e mozas, tamén a relixiosa,  é deber ineludible das familias, que ten que contar ca axuda das distintas institucións civís e relixiosas. A promoción vocacional á vida sacerdotal e relixiosa e tarefa prioritaria e urxente da pastoral da Igrexa.

 
  • S. Rosendo, un Bispo pacificador. Os bispos e os sacerdotes ten a obriga de “facer da Igrexa a casa e a escola da comuñón” na que todos nos sintamos a gusto e en boa harmonía.

 

  • S. Rosendo, un Bispo Fundador. O Evanxeo en Europa levou a santidade a moitos dos seus fillos: “Todos eles, coma ‘pedras vivas’, unidas a Cristo ‘pedra angular’, construíron Europa como edificio espiritual e moral, deixando a posteridade a herdanza máis preciosa”. Europa non sería Europa sen os santos fundadores.
  •  S. Rosendo, un Bispo Gobernador de Galicia. Estamos traballando para conseguir un segundo Estatuto para a comunidade autonómica de Galicia en parangón cas demais comunidades do Estado Español. Boa falta nos fai que san Rosendo nos bote unha man para que miremos máis alá das ideoloxías partidistas e pensemos no ben común de tódolos galegos e galegas. Que os nosos gobernantes non esquezan a ensinanza do Mestre, que “non veu a ser servido, senón a servir e a dar a súa vida en rescate por todos”( Mc. 10,45).

 

  • S. Rosendo, un Bispo Monxe. Unha forte chamada a nosa Igrexa en Galicia para que tome conciencia da importancia da vida relixiosa no pobo cristiá: monxes, relixiosos e persoas consagradas. En verdade, en Galicia estamos vivindo momentos críticos no referente ás vocacións a vida consagrada

 

  • S. Rosendo, un Bispo Santo. Santos son aqueles que dan confianza e permiten estar ó seu lado, dando ilusión e moita esperanza. A san Rosendo podémoslle aplicar aquelas palabras de  Xoán Paulo II: “só cando camiña na presencia do Señor, o Bispo pode considerarse verdadeiramente ministro da comuñón e da esperanza”.

Celanova canta a san Rosendo

Meu corazón, cela vella,

Tes as paredes hedrosas.

Rompendo a cantar estreas

Relampos de Celanova.

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A lingua enxerta no ar

Caraveis de arrecendo

Dunha roseira enxertada

No báculo de Rosendo

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Para a sementeira do lume

Teu devoto é gran de incenso,

Nube que rube pregando

Pola escadiña do ceo.

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Rumo de ceo sinala

Teu báculo san Rosendo

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