Vigilia de Oración por la Unidad de los Cristianos
Sábado, 25 de enero, Conversión de san Pablo


FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Lc. 3,15-16.21-22
(12 de enero de 2025)
Con el domingo de hoy, Bautismo del Señor, cerramos el ciclo litúrgico de la Navidad. Vemos en la primera parte del evangelio que Juan el Bautista, último profeta del Antiguo Testamento, tiene como función preparar la llegada del Mesías; a partir de este momento, Jesús, el salvador de toda la humanidad, será el centro de la historia.
La segunda parte del texto evangélico, más que centrarse en el Bautismo de Jesús, el evangelista pone el acento en la manifestación de Dios; éste es el centro de la escena, no el bautismo, sino los hechos que le acompañan: se abren los cielos, el Espíritu desciende sobre él y se oye una voz que anuncia la identidad de Jesús. (3,22).
La Palabra de Dios nos invita hoy, como comenta S. Agustín, a contemplar el rostro de Jesús: en aquel rostro nosotros llegamos a entrever también nuestros trazos, los de hijos adoptivos que nuestro bautismo revela.
Día 6 de enero de 2025
El relato de los magos (Mt.2,1-12) nos habla de la reacción de tres grupos de personas. Unos paganos que lo buscan, guiados por la pequeña luz de una estrella. Los representantes de la religión del Templo, que permanecen indiferentes. El poderoso rey Herodes que solo ve en él un peligro.
Los magos viven atentos al misterio que se encierra en el cosmos. Su corazón busca verdad. En algún momento creen ver una pequeña luz que apunta hacia un Salvador. Necesitan saber quién es y dónde está. Rápidamente se ponen en camino.
«Los Sumos Sacerdotes y los escribas del pueblo, los guardianes de la verdadera religión, no buscan la verdad. Representan al Dios del Templo, pero viven sordos a su llamada.
El rey Herodes, poderoso y brutal, solo ve en Jesús una amenaza para su poder y su crueldad. Hará todo lo posible por eliminarlo. Desde el poder opresor solo se puede «crucificar» a quien trae liberación.
Mientras tanto, los magos prosiguen su búsqueda. La pequeña luz de la estrella los atrae hacia el pequeño pueblo de Belén, lejos de todo centro de poder. Al llegar, lo único que ven es al «niño con María, su madre».
Día 1 de enero del 2025
SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS: Lucas 2, 16-21.
Encontraron a María, José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús. Es la fiesta más antigua dedicada a la Vir¬gen María en la Iglesia latina, recuperada tras el Vaticano II en el misal de san Pablo VI de 1969. Que la Virgen María es Madre de Dios es un aspecto derivado del misterio de la En¬carnación. Así fue reconocido en el Concilio de Éfeso del año 431 en contra de Nestorio, que entendía que la naturaleza divina y la na¬turaleza humana de Cristo estaban sustenta¬das en dos personas distintas. Proponía él que a María se la invocara como Madre de Cristo, pero no como Madre de Dios, porque una criatura no puede ser ma¬dre de la divinidad, en contra de lo que había sido tradicional en la Iglesia. Pero Jesucristo, que es Dios y hombre, no está internamente dividido.
María ha de ser invocada como Madre de Dios porque, al haber concebido la naturaleza humana de Cristo, es Madre de todo su ser. En la proclamación de María como Madre de Dios está implicada la fe de la Iglesia en que es el Hijo eterno del Padre quien verdaderamente ha tomado carne humana en el seno de María.
EL CABILDO DE LA CATEDRAL BASÍLICA DE SAN MARTÍN LE DESEA UNA
FELIZ NAVIDAD Y FRUCTÍFERO JUBILEO DE LA ESPERANZA
Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo» (Mt.2,13-15).
“Como José y María con el Niño, los migrantes, nuestros hermanos, buscan una vida mejor”
8 – XII – 2024
El franciscano Duns Escoto nos recordaba esta doctrina, creída y rezada, con el siguiente silogismo sobre Jesucristo, Dios y hombre verdadero que quería una madre inmaculada y que pudo tenerla, … Y dice: “Pudo, porque era Dios. Quiso, porque era Hijo. Luego lo hizo, porque era Dios y también Hijo”.
El pueblo de Dios reza a María Madre Inmaculada: Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto, en tus manos encomiendo mi fe para que la ilumines. Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto. en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes. Dios te salve, María, llena de Dios Espíritu Santo. Virgen purísima después del parto, en tus manos encomiendo mi caridad para que la inflames. Y concluye la oración, diciendo: “Dios te salve, María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, concebida sin mancha de pecado original”.
Miércoles 27 de noviembre de 2024.
Santuario de Santa María Madre en Ourense
Celebramos la fiesta de la Virgen de la Medalla Milagrosa. El 18 de julio de 1830 Catalina Labouré recibe por primera vez la visita de la Señora. Un niño la cogió de la mano y la llevó hasta el presbiterio del templo. María “fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio”. (Santa Catalina Labouré es Hija de la Caridad, congregación fundada por Santa Luisa de Marillac y San Vicente de Paúl), El día 27 de noviembre de nuevo se le aparece la Virgen y recibe de ella el encargo de acuñar la Medalla de la Inmaculada. Una cara de la medalla con la imagen de la Virgen María sobre la bola del mundo, con sus manos derramando plenitud de gracias, y rodeándola en letras de oro, de la jaculatoria “Oh María, sin pecado concebida. Rogad por nosotros que recurrimos a vos”; y en la otra cara de la medalla la Cruz y el anagrama de la Virgen con los corazones de Jesús y de María. “Haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven con confianza recibirán grandes gracias”. La última aparición tiene lugar en el mes de diciembre del año 1830. En el año 1832 hubo una terrible epidemia en París por la que murieron más 20.000 personas. Las hijas de la cariad empezaron a repartir medallas de la Inmaculada y se produjo el milagro de muchas curaciones y con algunas muy sonadas conversiones. A partir de entonces la medalla de la Inmaculada pasó a llamarse la Medalla Milagrosa.