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Último día de la novena al Santo Cristo de Ourense. Día 9º

Día 3 de mayo, lunes: 9º día de la novena.

El Buen Samaritano.

Llegados al final de esta novena, hemos de reconocer que no produciría los frutos que el Señor desea si nos quedásemos solo en la contemplación de su sufrimiento por nosotros y del valor e importancia que nuestro sufrimiento, unido al de Cristo, tiene para la salvación del mundo. San Juan Pablo II nos transmite hoy, en nombre del Señor resucitado, una misión: ser los buenos samaritanos que no “pasan de largo”, con indiferencia, ante el sufrimiento del prójimo, sino que se “paran”, curan sus heridas y cargan sobre si con misericordia, en nombre del Resucitado, al hermano que encuentran postrado al borde del camino de la vida. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 28-29.   La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad. Es como el abrirse de una determinada disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva. Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que «se conmueve» ante la desgracia del prójimo. Si Cristo, conocedor del interior del hombre, subraya esta conmoción, quiere decir que es importante para toda nuestra actitud frente al sufrimiento ajeno. Por lo tanto, es necesario cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre. Por consiguiente, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro de lo posible, eficaz. […] El hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás», Buen Samaritano es el hombre capaz precisamente de ese don de sí mismo. Siguiendo la parábola evangélica, se podría decir que el sufrimiento, que bajo tantas formas diversas está presente en el mundo humano, está también presente para irradiar el amor al hombre, precisamente ese desinteresado don del propio «yo» a favor de los demás hombres, de los hombres que sufren. Podría decirse que el mundo del sufrimiento humano invoca sin pausa otro mundo: el del amor humano; y aquel amor desinteresado, que brota en su corazón y en sus obras, el hombre lo debe de algún modo al sufrimiento. “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). Oración: Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén Misa por los cofrades difuntos:

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Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 8º

Día 2 de mayo, domingo: 8º día de la novena. V domingo de Pascua.

El Evangelio del sufrimiento – los Santos.

En este V Domingo de Pascua la liturgia nos propone el evangelio de la vid y los sarmientos y S. Juan Pablo II nos recuerda en su Carta Apostólica (de una forma casi profética respecto a su propia vida y al evangelio del sufrimiento que él mismo proclamó) que los santos respondieron con su sufrimiento personal a la llamada que Cristo les hizo a seguirlo. Ellos fueron y nosotros estamos llamados también a ser esos sarmientos que, unidos a Cristo-Vid, producen fruto abundante para la vida eterna. El papa llega incluso a afirmar algo que resulta escandaloso para los oídos del mundo de hoy: que el sufrimiento no solo no es algo inútil, si no que es una gracia especial que acerca interiormente al hombre a Cristo.

De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 26.  

A través de los siglos y generaciones se ha constatado que en el sufrimiento se esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial. A ella deben su profunda conversión muchos santos, como por ejemplo San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento, sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida y de su vocación. Este descubrimiento es una confirmación particular de la grandeza espiritual que en el hombre supera el cuerpo de modo un tanto incomprensible. Cuando este cuerpo está gravemente enfermo, totalmente inhábil y el hombre se siente como incapaz de vivir y de obrar, tanto más se ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora para los hombres sanos y normales.

La respuesta que llega mediante esta participación, a lo largo del camino del encuentro interior con el Maestro […] Es una vocación. Cristo no explica abstractamente las razones del sufrimiento, sino que ante todo dice: «Sígueme», «Ven», toma parte con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a través de mi sufrimiento. Por medio de mi cruz. A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo. Pero al mismo tiempo, de este nivel de Cristo aquel sentido salvífico del sufrimiento desciende al nivel humano y se hace, en cierto modo, su respuesta personal. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).

Oración:

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

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Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 7º

Día 1 de mayo, sábado: 7º día de la novena.

El Evangelio del sufrimiento – María.

  Este sábado deseamos permanecer con María, Madre de Jesús y Madre nuestra, a los pies del Calvario. S. Juan Pablo II, gran enamorado de María, nos ayudará hoy a redescubrir la particularísima participación de nuestra Madre Celeste al Evangelio del sufrimiento mediante sus numerosos e intensos sufrimientos y la sobrenatural fecundidad para los fines de la salvación universal que ésta ha tenido. Escuchemos de nuevo aquellas palabras de Jesús a San Juan desde la cruz como si fuesen destinadas a cada uno de nosotros: “Mujer, ahí tienes a tu hijo … hijo, ahí tienes a tu Madre”. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 25.   Es ante todo consolador —como es evangélica e históricamente exacto— notar que, al lado de Cristo, en primerísimo y muy destacado lugar junto a Él está siempre su Madre Santísima por el testimonio ejemplar que con su vida entera da a este particular Evangelio del sufrimiento. En Ella los numerosos e intensos sufrimientos se acumularon en una tal conexión y relación, que si bien fueron prueba de su fe inquebrantable, fueron también una contribución a la redención de todos. Más aún, después de los acontecimientos de la vida oculta y pública de su Hijo, indudablemente compartidos por Ella con aguda sensibilidad, fue en el Calvario donde el sufrimiento de María Santísima, junto al de Jesús, alcanzó un vértice ya difícilmente imaginable en su profundidad desde el punto de vista humano, pero ciertamente misterioso y sobrenaturalmente fecundo para los fines de la salvación universal. Su subida al Calvario, su «estar» a los pies de la cruz junto con el discípulo amado, fueron una participación del todo especial en la muerte redentora del Hijo, como por otra parte las palabras que pudo escuchar de sus labios fueron como una entrega solemne de este típico Evangelio que hay que anunciar a toda la comunidad de los creyentes. Testigo de la pasión de su Hijo con su presencia y partícipe de la misma con su compasión, María Santísima ofreció una aportación singular al Evangelio del sufrimiento, realizando por adelantado la expresión paulina citada al comienzo. Ciertamente Ella tiene títulos especialísimos para poder afirmar lo de completar en su carne —como también en su corazón— lo que falta a la pasión de Cristo. “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia ( Oración Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén]]>

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Novena a Santo Cristo de Ourense. Día 6º

Día 30 de abril, viernes: 6º día de la novena.

El Evangelio del sufrimiento.

En este día de novena el Santo Cristo nos invita a entrar en una mayor intimidad con Él, pues quiere revelarnos, de la mano de S. Juan Pablo II, el Evangelio del sufrimiento: no solo indicándonos cómo el sufrimiento está presente en el Evangelio, si no también la fuerza salvadora del mismo en su misión mesiánica y en la misión de la Iglesia. Santa Teresa de Calcuta solía decir a menudo: “Jesús busca alguien que le consuele” y concluía “sé tú ese alguien”. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 25.   El Evangelio del sufrimiento significa no sólo la presencia del sufrimiento en el Evangelio, como uno de los temas de la Buena Nueva, sino además la revelación de la fuerza salvadora y del significado salvífico del sufrimiento en la misión mesiánica de Cristo y luego en la misión y en la vocación de la Iglesia. El Evangelio del sufrimiento habla ante todo, en diversos puntos, del sufrimiento «por Cristo», «a causa de Cristo», y esto lo hace con las palabras mismas de Cristo, o bien con las palabras de sus Apóstoles. El Maestro no esconde a sus discípulos y seguidores la perspectiva de tal sufrimiento; al contrario, lo revela con toda franqueza, indicando contemporáneamente las fuerzas sobrenaturales que les acompañarán en medio de las persecuciones y tribulaciones «por su nombre». Estas serán en conjunto como una verificación especial de la semejanza a Cristo y de la unión con Él. «Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí primero que a vosotros… pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece… No es el siervo mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán…». «Esto os lo he dicho para que tengáis paz en mí; en el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad: yo he vencido al mundo». Cristo ha vencido definitivamente al mundo con su resurrección; sin embargo, gracias a su relación con la pasión y la muerte, ha vencido al mismo tiempo este mundo con su sufrimiento. Sí, el sufrimiento ha sido incluido de modo singular en aquella victoria sobre el mundo, que se ha manifestado en la resurrección. Cristo conserva en su cuerpo resucitado las señales de las heridas de la cruz en sus manos, en sus pies y en el costado. A través de la resurrección manifiesta la fuerza victoriosa del sufrimiento, y quiere infundir la convicción de esta fuerza en el corazón de los que escogió como sus Apóstoles y de todos aquellos que continuamente elige y envía. El apóstol Pablo dirá: «Y todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones». “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). Oración: Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén]]>

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Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 5º

Día 29 de abril, jueves: 5º día de la novena.

Partícipes en los sufrimientos de Cristo.

No solo Cristo nos ha redimido mediante su sufrimiento y ha redimido el mismo sufrimiento humano, si no que también ha elevado y cargado de significado nuestro propio sufrimiento: éste, aceptado y ofrecido en unión al sufrimiento de Cristo, se convierte en una respuesta de amor al amor infinito de Cristo en la cruz y una participación del sufrimiento redentor de Cristo para el crecimiento del Reino de Dios.

De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 19-21.  

En la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo —sin culpa alguna propia— cargó sobre sí «el mal total del pecado». La experiencia de este mal determinó la medida incomparable de sufrimiento de Cristo que se convirtió en el precio de la redención. De esto habla el Poema del Siervo doliente en Isaías. De esto hablarán a su tiempo los testigos de la Nueva Alianza, estipulada en la Sangre de Cristo. He aquí las palabras del apóstol Pedro, en su primera carta: «Habéis sido rescatados no con plata y oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha». Y el apóstol Pablo dirá en la carta a los Gálatas: «Se entregó por nuestros pecados para liberarnos de este siglo malo»; y en la carta a los Corintios: «Habéis sido comprados a precio. Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo».

El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.

Así pues, la participación en los sufrimientos de Cristo es, al mismo tiempo, sufrimiento por el reino de Dios. A los ojos del Dios justo, ante su juicio, cuantos participan en los sufrimientos de Cristo se hacen dignos de este reino. Mediante sus sufrimientos, éstos devuelven en un cierto sentido el infinito precio de la pasión y de la muerte de Cristo, que fue el precio de nuestra redención.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la

 Oración

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

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Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 4º

Día 28 de abril, miércoles: 4º día de la novena.

Jesucristo: el sufrimiento vencido por el amor.

Santa Teresa de Calcuta, gran amiga de S. Juan Pablo II, decía a menudo: “cuando miro a la Cruz veo cuánto Dios me ha amado”. Hoy, contemplando a nuestro Santo Cristo y de la mano de estos dos grandes santos llegamos a la respuesta definitiva sobre el dolor. Cristo, víctima inocente, carga sobre si nuestro dolor y nuestra muerte y de ellas hace brotar la vida. La cruz, instrumento de muerte se convierte definitivamente, también para nosotros, en árbol de vida. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 16-18.   En su actividad mesiánica en medio de Israel, Cristo se acercó incesantemente al mundo del sufrimiento humano. «Pasó haciendo bien», y este obrar suyo se dirigía, ante todo, a los enfermos y a quienes esperaban ayuda. Curaba los enfermos, consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, liberaba a los hombres de la sordera, de la ceguera, de la lepra, del demonio y de diversas disminuciones físicas; tres veces devolvió la vida a los muertos. Era sensible a todo sufrimiento humano. Cristo sufre voluntariamente y sufre inocentemente. Acoge con su sufrimiento aquel interrogante que, puesto muchas veces por los hombres, ha sido expresado, en un cierto sentido, de manera radical en el Libro de Job. Sin embargo, Cristo no sólo lleva consigo la misma pregunta (y esto de una manera todavía más radical, ya que Él no es sólo un hombre como Job, sino el unigénito Hijo de Dios), pero lleva también el máximo de la posible respuesta a este interrogante. […] Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufrimiento y sobre el sentido del mismo, no sólo con sus enseñanzas, es decir, con la Buena Nueva, sino ante todo con su propio sufrimiento, el cual está integrado de una manera orgánica e indisoluble con las enseñanzas de la Buena Nueva. Esta es la palabra última y sintetica de esta enseñanza: «la doctrina de la Cruz», como dirá un día San Pablo. El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen en la pasión de Cristo. Y a la vez ésta ha entrado en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo: ha sido unida al amor, a aquel amor del que Cristo hablaba a Nicodemo, a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su arranque. La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan ríos de agua viva. En ella debemos plantearnos también el interrogante sobre el sentido del sufrimiento, y leer hasta el final la respuesta a tal interrogante. “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). Oración: Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén]]>

Calvario Museo

Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 3º

Día 27 de abril, martes: 3º día de la novena.

Una primera respuesta: Job y el sufrimiento del inocente.

Solamente el hombre, cuando sufre sabe que está sufriendo y, se pregunta el por qué. Hace, además, esta pregunta a otros seres humanos y la hace también a Dios. Veremos hoy, de la mano de San Juan Pablo II cómo Dios empieza a darnos una respuesta a través del Libro de Job, cuya historia podría reflejar la de tantos creyentes, la de tantas víctimas inocentes. La historia de Job (el paciente Job) es como un anuncio de la Pasión de Cristo. Contemplando hoy el sufrimiento que nos revela nuestro Santo Cristo traemos a la memoria y a la oración el sufrimiento de tantos inocentes y de las víctimas de esta pandemia. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 9-12.   El dolor, sobre todo el físico, está ampliamente difundido en el mundo de los animales. Pero solamente el hombre, cuando sufre, sabe que sufre y se pregunta por qué; y sufre de manera humanamente aún más profunda, si no encuentra una respuesta satisfactoria. […] ¿Por qué el mal? ¿Por qué el mal en el mundo? Ambas preguntas son difíciles cuando las hace el hombre al hombre, […] como también cuando el hombre las hace a Dios. Es conocida la historia de [Job], que sin ninguna culpa propia es probado por innumerables sufrimientos. Pierde sus bienes, los hijos e hijas, y finalmente él mismo padece una grave enfermedad. En esta horrible situación se presentan en su casa tres viejos amigos […] el sufrimiento, para ellos, puede tener sentido exclusivamente como pena por el pecado […] Job, sin embargo, contesta la verdad del principio que identifica el sufrimiento con el castigo del pecado […] él es consciente de no haber merecido tal castigo, más aún, expone el bien que ha hecho a lo largo de su vida. Al final Dios mismo reprocha a los amigos de Job por sus acusaciones y reconoce que Job no es culpable. La Revelación, palabra de Dios mismo, pone con toda claridad el problema del sufrimiento del hombre inocente: el sufrimiento sin culpa. Job no ha sido castigado, no había razón para infligirle una pena, aunque haya sido sometido a una prueba durísima. […] El libro de Job no es la última palabra de la Revelación sobre este tema. En cierto modo es un anuncio de la pasión de Cristo. Ya en el Antiguo Testamento [aparece como] en los sufrimientos infligidos por Dios al Pueblo elegido está presente una invitación de su misericordia, la cual corrige para llevar a la conversión: «Los castigos no vienen para la destrucción sino para la corrección de nuestro pueblo» (2 Mac. 6,12). “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). Oración: Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén]]>

Cristo de Ourense

Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 2º

Día 26 de abril, lunes: 2º día de la novena.

Buscando una respuesta al sentido del sufrimiento.

Continuamos nuestra novena espiritualmente a los pies de nuestro Santo Cristo y meditando sobre el sufrimiento en el mundo. San Juan Pablo II nos guiará hoy en el descubrimiento de la Biblia como el gran libro sobre el sufrimiento y nos ayudará a recordar la radical diferencia existente entre la respuesta dada por nuestra fe cristiana y la que dan otras tradiciones religiosas a la pregunta sobre la presencia del mal y del sufrimiento en el mundo.

De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 6-8.  D. Luis Manuel

La Sagrada Escritura es un gran libro sobre el sufrimiento. De los libros del Antiguo Testamento mencionaremos sólo algunos ejemplos de situaciones que llevan el signo del sufrimiento, ante todo moral: el peligro de muerte, la muerte de los propios hijos, y especialmente la muerte del hijo primogénito y único. También la falta de prole, la nostalgia de la patria, la persecución y hostilidad del ambiente, el escarnio y la irrisión hacia quien sufre, la soledad y el abandono. Y otros más, como el remordimiento de conciencia, la dificultad en comprender por qué los malos prosperan y los justos sufren, la infidelidad e ingratitud por parte de amigos y vecinos, las desventuras de la propia nación.

[…]La realidad del sufrimiento pone una pregunta sobre la esencia del mal: ¿qué es el mal? Esta pregunta parece inseparable, en cierto sentido, del tema del sufrimiento. La respuesta cristiana a esa pregunta es distinta de la que dan algunas tradiciones culturales y religiosas, que creen que la existencia es un mal del cual hay que liberarse. El cristianismo proclama el esencial bien de la existencia y el bien de lo que existe, profesa la bondad del Creador y proclama el bien de las criaturas. El hombre sufre a causa del mal, que es una cierta falta, limitación o distorsión del bien. Se podría decir que el hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es en cierto modo excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre en particular cuando «debería» tener parte —en circunstancias normales— en este bien y no lo tiene. Así pues, en el concepto cristiano la realidad del sufrimiento se explica por medio del mal que está siempre referido, de algún modo, a un bien.

Pensando en el mundo del sufrimiento en su sentido personal y a la vez colectivo, no es posible, finalmente, dejar de notar que tal mundo, en algunos períodos de tiempo y en algunos espacios de la existencia humana, parece que se hace particularmente denso. Esto sucede, por ejemplo, en casos de calamidades naturales, de epidemias, de catástrofes y cataclismos o de diversos flagelos sociales.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).

Oración:

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

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Novena al santo Cristo de Ourense. Día 1º

NOVENA AL SANTO CRISTO DE OURENSE

ILMO. MONS. LUIS MANUEL CUÑA RAMOS

  S.I. CATEDRAL-BASÍLICA DE SAN MARTÍN

25 DE ABRIL AL 3 DE MAYO DE 2021

 Día 25 de abril, domingo: 1º día de la novena. IV domingo de Pascua

El mundo del sufrimiento humano

En este IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor, comenzamos esta novena al Santo Cristo inmersos todavía en una pandemia que ha provocado tanto dolor y muerte. A Él, Pastor de nuestras almas, pedimos hoy de forma especial por las vocaciones sacerdotales, por la santidad de los sacerdotes y suplicamos la gracia para comprender, a la luz de cuanto hemos vivido estos últimos meses, el sentido último del sufrimiento humano. Nuestra guía durante estos nueve días será San Juan Pablo II, un papa también probado por el dolor que nos ayudará, con su Carta Apostólica “Salvifici Doloris” (escrita en 1984), a ir descubriendo el profundo valor del dolor humano visto desde la cruz del Redentor.

De S. Juan Pablo II: Carta Apostólica “Salvifici doloris” 2-5.  D. Luis Manuel

El tema del sufrimiento […] es un tema universal que acompaña al hombre […] En cierto sentido coexiste con él en el mundo y por ello hay que volver sobre él constantemente. […] La Iglesia, que nace del misterio de la redención en la cruz de Cristo, está obligada a buscar el encuentro con el hombre, de modo particular en el camino de su sufrimiento. En tal encuentro el hombre «se convierte en el camino de la Iglesia», y es este uno de los caminos más importantes.

El sufrimiento humano suscita compasión, suscita también respeto, y a su manera atemoriza. En efecto, en él está contenida la grandeza de un misterio específico. Este particular respeto por todo sufrimiento humano debe ser puesto al principio de cuanto será expuesto a continuación desde la más profunda necesidad del corazón, y también desde el profundo imperativo de la fe.

Puede ser que la medicina, en cuanto ciencia y a la vez arte de curar, descubra en el vasto terreno del sufrimiento del hombre el sector más conocido, el identificado con mayor precisión y relativamente más compensado por los métodos del «reaccionar» (es decir, de la terapéutica). Sin embargo, éste es sólo un sector. El hombre sufre de modos diversos, no siempre considerados por la medicina, ni siquiera en sus más avanzadas ramificaciones.

Aunque se puedan usar como sinónimos, hasta un cierto punto, las palabras «sufrimiento» y «dolor», el sufrimiento físico se da cuando de cualquier manera «duele el cuerpo», mientras que el sufrimiento moral es «dolor del alma». La extensión y la multiformidad del sufrimiento moral no son ciertamente menores que las del físico; pero a la vez aquel aparece como menos identificado y menos alcanzable por la terapéutica.

Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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Rito de admisión Redemptoris Mater

RITO PARA A ADMISIÓN DE CANDIDATOS Á ORDE SACERDOTAL.

 

SEMINARIO “REDEMPTORIS MATER”

  1. I. CATEDRAL DE SAN MARTIÑO

 

24 – IV – 2021

    “Estes irmáns nosos que hoxe se presentan ante a  Igrexa Francisco Martín García Amboage, de 23 anos, natural de Vigo e Francesco Salvatori, de 27 anos, natural de Roma, piden ser admitidos entre os candidatos á Orde sagrada, que­darán encomendados tanto a min coma a todos vós. Cristo mandou: «Rogádelle ó dono da seara que mande xornaleiros á súa seitura.» Por isto, eles, conscientes da soli­citude do Señor polo seu pobo e tendo en costa a necesidade que ten a Igrexa de ministros, están dispostos a responder con xenerosidade á chamada do Señor, dicindo co profeta: «Aquí estou, mándame.» Confiados no Señor, esperan ser fieis á súa vocación. Certamente, a través dos diversos acontecementos da vida foron presentindo e descubrindo a voz de Deus que os chamaba, e como homes prudentes viron nestes acontecementos o sinal da vontade de Deus. É Deus mesmo quen move e axuda coa súa gracia a aqueles que chama a participar no sacerdocio xerárquico de Cristo; pero encoméndalles ós Bispos que, unha vez comprobada a idoneidade dos candidatos, os chamemos e os consagremos ó servicio de Deus e da Igrexa, sinalándoos para tal misión co selo peculiar do Espírito Santo. Desta maneira, quedan destinados, por medio da Orde sagrada, para perpetuala misión salvadora que Cristo veu realizar ao mundo…. Agora, pois, empuxados polo amor a Cristo e sentíndose fortalecidos pola acción íntima do Espírito Santo, decidiron manifestar publicamente o seu desexo de consagrarse ao servicio de Deus e dos homes. De hoxe en diante, pois, debedes cultivar con máis intensidade a vosa vocación, especialmente aproveitando aqueles medios cos que pode prestarvos  auxilio e axuda a comunidade eclesial delegada para este fin. Todos nós, pola sosa parte, confiando no Señor, axudarémosvos coa caridade e a oración”. Oración: Escoita, Señor, a nosa oración e, pola túa bondade, dígnate + bendicir estes teus fillos que desexan consagrarse ó culto divino e ó servicio do teu pobo, no ministerio sagrado. Fai que perseveren na súa vocación, que, unidos con amor verdadeiro a Cristo sacerdote, cheguen a ser aptos para recibiren con dignidade o ministerio apostólico. Por Cristo, noso Señor. Amén.   GALERÍA DE FOTOS:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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