DSC00848

Último día de la novena al Santo Cristo de Ourense. Día 9º

Día 3 de mayo, lunes: 9º día de la novena.

El Buen Samaritano.

Llegados al final de esta novena, hemos de reconocer que no produciría los frutos que el Señor desea si nos quedásemos solo en la contemplación de su sufrimiento por nosotros y del valor e importancia que nuestro sufrimiento, unido al de Cristo, tiene para la salvación del mundo. San Juan Pablo II nos transmite hoy, en nombre del Señor resucitado, una misión: ser los buenos samaritanos que no “pasan de largo”, con indiferencia, ante el sufrimiento del prójimo, sino que se “paran”, curan sus heridas y cargan sobre si con misericordia, en nombre del Resucitado, al hermano que encuentran postrado al borde del camino de la vida. De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 28-29.   La parábola del buen Samaritano pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica, en efecto, cuál debe ser la relación de cada uno de nosotros con el prójimo que sufre. No nos está permitido «pasar de largo», con indiferencia, sino que debemos «pararnos» junto a él. Buen Samaritano es todo hombre, que se para junto al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien disponibilidad. Es como el abrirse de una determinada disposición interior del corazón, que tiene también su expresión emotiva. Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que «se conmueve» ante la desgracia del prójimo. Si Cristo, conocedor del interior del hombre, subraya esta conmoción, quiere decir que es importante para toda nuestra actitud frente al sufrimiento ajeno. Por lo tanto, es necesario cultivar en sí mismo esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que sufre. A veces esta compasión es la única o principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre. Por consiguiente, es en definitiva buen Samaritano el que ofrece ayuda en el sufrimiento, de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro de lo posible, eficaz. […] El hombre no puede «encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás», Buen Samaritano es el hombre capaz precisamente de ese don de sí mismo. Siguiendo la parábola evangélica, se podría decir que el sufrimiento, que bajo tantas formas diversas está presente en el mundo humano, está también presente para irradiar el amor al hombre, precisamente ese desinteresado don del propio «yo» a favor de los demás hombres, de los hombres que sufren. Podría decirse que el mundo del sufrimiento humano invoca sin pausa otro mundo: el del amor humano; y aquel amor desinteresado, que brota en su corazón y en sus obras, el hombre lo debe de algún modo al sufrimiento. “Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio). Oración: Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén Misa por los cofrades difuntos:

        Solemne novensa: Fotos Novena    ]]>

IMG_20210501_112054

Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 8º

Día 2 de mayo, domingo: 8º día de la novena. V domingo de Pascua.

El Evangelio del sufrimiento – los Santos.

En este V Domingo de Pascua la liturgia nos propone el evangelio de la vid y los sarmientos y S. Juan Pablo II nos recuerda en su Carta Apostólica (de una forma casi profética respecto a su propia vida y al evangelio del sufrimiento que él mismo proclamó) que los santos respondieron con su sufrimiento personal a la llamada que Cristo les hizo a seguirlo. Ellos fueron y nosotros estamos llamados también a ser esos sarmientos que, unidos a Cristo-Vid, producen fruto abundante para la vida eterna. El papa llega incluso a afirmar algo que resulta escandaloso para los oídos del mundo de hoy: que el sufrimiento no solo no es algo inútil, si no que es una gracia especial que acerca interiormente al hombre a Cristo.

De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 26.  

A través de los siglos y generaciones se ha constatado que en el sufrimiento se esconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial. A ella deben su profunda conversión muchos santos, como por ejemplo San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento, sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida y de su vocación. Este descubrimiento es una confirmación particular de la grandeza espiritual que en el hombre supera el cuerpo de modo un tanto incomprensible. Cuando este cuerpo está gravemente enfermo, totalmente inhábil y el hombre se siente como incapaz de vivir y de obrar, tanto más se ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora para los hombres sanos y normales.

La respuesta que llega mediante esta participación, a lo largo del camino del encuentro interior con el Maestro […] Es una vocación. Cristo no explica abstractamente las razones del sufrimiento, sino que ante todo dice: «Sígueme», «Ven», toma parte con tu sufrimiento en esta obra de salvación del mundo, que se realiza a través de mi sufrimiento. Por medio de mi cruz. A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo. Pero al mismo tiempo, de este nivel de Cristo aquel sentido salvífico del sufrimiento desciende al nivel humano y se hace, en cierto modo, su respuesta personal. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la Iglesia (breve silencio).

Oración:

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

]]>

_67A1757

Novena al Santo Cristo de Ourense. Día 5º

Día 29 de abril, jueves: 5º día de la novena.

Partícipes en los sufrimientos de Cristo.

No solo Cristo nos ha redimido mediante su sufrimiento y ha redimido el mismo sufrimiento humano, si no que también ha elevado y cargado de significado nuestro propio sufrimiento: éste, aceptado y ofrecido en unión al sufrimiento de Cristo, se convierte en una respuesta de amor al amor infinito de Cristo en la cruz y una participación del sufrimiento redentor de Cristo para el crecimiento del Reino de Dios.

De S. Juan Pablo II: “Salvifici doloris” 19-21.  

En la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido. Cristo —sin culpa alguna propia— cargó sobre sí «el mal total del pecado». La experiencia de este mal determinó la medida incomparable de sufrimiento de Cristo que se convirtió en el precio de la redención. De esto habla el Poema del Siervo doliente en Isaías. De esto hablarán a su tiempo los testigos de la Nueva Alianza, estipulada en la Sangre de Cristo. He aquí las palabras del apóstol Pedro, en su primera carta: «Habéis sido rescatados no con plata y oro, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha». Y el apóstol Pablo dirá en la carta a los Gálatas: «Se entregó por nuestros pecados para liberarnos de este siglo malo»; y en la carta a los Corintios: «Habéis sido comprados a precio. Glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo».

El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a efecto la redención mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también partícipe del sufrimiento redentor de Cristo.

Así pues, la participación en los sufrimientos de Cristo es, al mismo tiempo, sufrimiento por el reino de Dios. A los ojos del Dios justo, ante su juicio, cuantos participan en los sufrimientos de Cristo se hacen dignos de este reino. Mediante sus sufrimientos, éstos devuelven en un cierto sentido el infinito precio de la pasión y de la muerte de Cristo, que fue el precio de nuestra redención.

“Por tu pasión y muerte en cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos en la vida y en la muerte”. Pidamos al Santo Cristo de Ourense por nuestras intenciones y por las intenciones de toda la

 Oración

Oh Dios, que quisiste que tu amantísimo Hijo sufriese por nosotros el suplicio de la Cruz para arrojar de nosotros la tiranía del enemigo, concédenos a tus siervos, conseguir la gracia de la Resurrección. Por Cristo Nuestro Señor. Amén

]]>

DSC01042

Novena al Santo Cristo de Ourense

NOVENA AL SANTO CRISTO DE OURENSE

Del 25 de abril al 3 de mayo

(Y renovación de la cofradía)

«Por tu pasión y tu cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos compasivo en la vida y en la muerte»

 

Horario de Misas

A diario:

  • Por la mañana: 8.00, 9.00, 10.30, 11.30

  • Por la tarde: 18.30 y 20.00

En domingo:

  • Por la mañana: 8.30, 9. 30, 10.30 y 12.00

  • Por la tarde: 18.30 y 20.00.

 Predica la novena el Ilmo. Monseñor. Luis Manuel Cuña Ramos. Confesiones antes de cada Misa. Santo Rosario: a las 18.00.

RENOVACIÓN DE LA COFRADÍA DEL SANTO CRISTO

Y NUEVAS INSCRIPCIONES

“COMUNIÓN ESPIRITUAL DE BIENES” DE LOS MIEMBROS COFRADES

DEL SANTO CRISTO DE OURENSE

  • Una vez al mes orar y ofrecer una eucaristía por las intenciones de los cofrades del Santo Cristo.

  • Una vez al mes ofrecer una misa por los cofrades difuntos.

  • En caso de defunción de algún cofrade, misa en sufragio por su eterno descanso.

]]>

Image-2

Obispo Electo, D. Francisco José Prieto

Misa en acción de gracias en la S. I. Catedral de san Martín

por el Obispo Electo D. Francisco José Prieto Fernández,

Obispo Auxiliar de Santiago de Compostela.

Día 7 – IV – 2021

«…llamó a los que Él quiso» (Mc 3, 13)

Exhortación apostólica postsinodal Pastores Gregis del santo padre Juan Pablo II (n. 10)

“La muchedumbre seguía a Jesús cuando Él decidió subir al monte y llamar hacia sí a los Apóstoles. Los discípulos eran muchos, pero Él eligió solamente a Doce para el cometido específico de Apóstoles (cf. Mc 3, 13-19). En el Aula Sinodal se escuchó frecuentemente el dicho de san Agustín: «Soy Obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros». Como don que el Espíritu da a la Iglesia, el Obispo es ante todo, como cualquier otro cristiano, hijo y miembro de la Iglesia. De esta Santa Madre ha recibido el don de la vida divina en el sacramento del Bautismo y la primera enseñanza de la fe. Comparte con todos los demás fieles la insuperable dignidad de hijo de Dios, que ha de vivir en comunión y espíritu de gozosa hermandad. Por otro lado, por la plenitud del sacramento del Orden, el Obispo es también quien, ante los fieles, es maestro, santificador y pastor, encargado de actuar en nombre y en la persona de Cristo. Evidentemente, no se trata de dos relaciones simplemente superpuestas entre sí, sino en recíproca e íntima conexión, al estar ordenadas una a otra, dado que ambas se alimentan de Cristo, único y sumo sacerdote. No obstante, el Obispo se convierte en «padre» precisamente porque es plenamente «hijo» de la Iglesia. Se plantea así la relación entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial: dos modos de participación en el único sacerdocio de Cristo, en el que hay dos dimensiones que se unen en el acto supremo del sacrificio de la cruz. Esto se refleja en la relación que, en la Iglesia, hay entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial. El hecho de que, aunque difieran esencialmente entre sí, estén ordenados uno al otro, crea una reciprocidad que estructura armónicamente la vida de la Iglesia como lugar de actualización histórica de la salvación realizada por Cristo. Dicha reciprocidad se da precisamente en la persona misma del Obispo, que es y sigue siendo un bautizado, pero constituido en la plenitud del sacerdocio. Esta realidad profunda del Obispo es el fundamento de su «ser entre» los otros fieles y de su «ser ante» ellos. Lo recuerda el Concilio Vaticano II en un texto muy bello: «Aunque en la Iglesia no todos vayan por el mismo camino, sin embargo todos están llamados a la santidad y les ha tocado en suerte la misma fe por la justicia de Dios (cf. 2 P 1, 1). Aunque algunos por voluntad de Cristo sean maestros, administradores de los misterios y pastores de los demás, sin embargo existe entre todos una verdadera igualdad en cuanto a la dignidad y la actividad común para todos los fieles en la construcción del Cuerpo de Cristo. En efecto, la diferencia que estableció el Señor entre los ministros sagrados y el resto del Pueblo de Dios lleva consigo la unión, pues los Pastores y demás fieles están unidos entre sí porque se necesitan mutuamente. Los Pastores de la Iglesia, a ejemplo de su Señor, deben estar al servicio los unos de los otros y al servicio de los demás fieles. Éstos, por su parte, han de colaborar con entusiasmo con los maestros y los pastores»”. El ministerio pastoral recibido en la consagración, que pone al Obispo «ante» los demás fieles, se expresa en un «ser para» los otros fieles, lo cual no lo separa de «ser con» ellos. Eso vale tanto para su santificación personal, que ha de buscar en el ejercicio de su ministerio, como para el estilo con que lleva a cabo el ministerio mismo en todas sus funciones”.

Galería de fotos:

]]>

Image-1

Domingo de Pascua

Domingo de Resurrección:

Una esperanza viva para siempre

La Iglesia de los orígenes no celebró sino una sola fi esta, la Pascua. No solo era la fi esta por excelencia, sino la única fi esta, la fi esta total de la cual no podía existir ninguna otra. La muerte y resurrección de Jesucristo era el núcleo de la predicación apostólica, el contenido de la fe y de los sacramentos. La vida social de la comunidad consistía en reflejar la pascua de Jesús en la convivencia y en la calle. La pascua es tan antigua como la misma Iglesia. Todas las celebraciones han nacido de la pascua. La pascua de Cristo en nosotros como esperanza de la gloria, una esperanza viva para siempre. La pascua de Cristo no es solo un suceso que ocurre dentro de la historia. Es un acontecimiento que funda y configura la historia. Con la resurrección de Cristo la eternidad se inserta en el corazón del tiempo. Y el núcleo de la predicación apostólica es que el Viviente, Cristo vive dentro de la comunidad. La pascua nos hace contemporáneos y partícipes de Cristo y de los misterios redentores de su vida. Cristo con su muerte y resurrección destruyó nuestro hombre viejo. Resucitando recreó nuestra vida nueva. Hay algo maravilloso y evidente en nuestra fe: si Dios es amor, resucitar es amar. La resurrección es un mensaje de animación y de vida. Parte de nosotros, de un Cristo no solo conocido, sino vivido. La resurrección nos invita e invita a la comunidad cristiana a renovarnos, pero no a renovar solo los papeles, sino renovarnos las personas. Hay que establecer contactos, y no solo proyectos. Debemos renovar convenciendo, no venciendo y pasar a ser una Iglesia misionera y en permanente misión para ser testigo de “esperanza viva para siempre”. La resurrección de Cristo nos exige pasar de ser una Iglesia instalada en el mundo a una Iglesia siempre comprometida en el cambio del mundo y siempre comprometida en la causa de los pobres y olvidados (Pastoral diocesana).

 

Galería de fotos:

  ]]>

Image-1

Semana Santa

Vixilia Pascual na Noite Santa Mañá, as 19.30  horas, no sábado santo pola tardiña, ten lugar a celebración da Vixilia Pascual na Catedral. É unha noite de vela, conmemorando a Noite Santa na que o Señor resucitou. Por iso san Agostiño chamáballe a nai de tódalas santas vixilias”. Na Igrexa ortodoxa a celebración dura toda a noite e remata pola mañanciña do domingo ca nacida do sol. Estas son as partes a ter en conta: bendición del lume e encendido do cirio pascual (Cristo, luz do mundo); canto da Anxélica (precioso pregón pascual); coa palabra de Deus repaso a historia da salvación; bendición da auga, renovación das promesas bautismais e bautismo de catecúmenos. E, o máis importante, a celebración da Eucaristía da vixilia de pascua, Aleluia.

Galería de fotos:

  ]]>

DSC01042

Semana Santa

Venres Santo na Paixón do Señor

Santo Viacrucis en la Catedral

El Viacrucis es el ejercicio de piedad más valorado para venerar la Pasión del Señor, participando con su afecto en el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: el Monte de los Olivos, el Monte Calvario, el jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo. El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media la peregrinación a Tierra Santa para visitar devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las «caídas de Cristo» bajo el peso de la Cruz; la devoción a los «caminos dolorosos de Cristo», la devoción a las «estaciones de Cristo», esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario. En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII, En el ejercicio de piedad del Vía Crucis se acentúan varios rasgos de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; la vida como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, llevando cada día la propia cruz (cfr. Lc 9,23)Pero, para realizar con fruto el Vía Crucis, debemos tener presentes lo que sigue:  “el Vía Crucis es un ejercicio de piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de esperanza, de la ResurrecciónGalería de fotos:

Venres Santo na Paixón do Señor

Hoxe pola tarde, as 17.00 horas, terán lugar na Catedral os oficios litúrxicos do Venres Santo. Neste día non hai misa e dáse a comuñón ca eucaristía reservada do Xoves Santo. Cristo crucificado é hoxe o centro da liturxia, coa reflexión e a contemplación do misterio redentor do Noso Señor Xesucristo: “mirade a árbore da cruz na que estivo cravada a salvación do mundo. Vinde e adorémola”. O silencio e o altar sen manteis indícanos a desolación que reina no ambiente pola morte do Señor. As partes principais da celebración son o canto ou lectura da paixón do Señor, a oración universal por tódalas necesidades do mundo e a adoración da Santa Cruz. A proclamación da palabra de Deus culmina co canto ou a lectura da paixón do Señor segundo san Xoán, na que Xesús déixanos en herdanza  a súa nai, como nai nosa e de toda a humanidade: “fillo, aí tes a túa nai”, referíndose a Virxe María, a nova Eva, a Nai da nova humanidade redimida por Xesucristo. A oración universal que se fai por todos e por tódalas necesidades do mundo, sen exclusivismo algún. Vanse indicando as intencións, gárdase un momento de silencio e pídeselle ao Señor que escoite a nosa oración. A adoración da santa Cruz, sinal de triunfo, de doazón plena, de amor total. Unha paixón voluntariamente aceptada, que nos salva, perdoando tódolos nosos pecados. Mentres adoramos a santa Cruz podemos dicir: “Pola túa paixón e pola túa cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos na vida e máis na morte”. Neste día faise colecta polos Santos Lugares. En moitos deles os cristiáns foron perseguidos e masacrados, como puidemos comprobar na viaxe do Papa a Ur de Caldea na actual Irak.  Galería de fotos: ]]>

Image-12

Semana Santa

 

Xoves Santo na Cea do Señor

Hoxe pola tarde, a partir das 17.00 horas, terá lugar na Catedral a misa “da Cea do Señor”. Destacan tres partes fundamentais: a institución da Eucaristía, o mandamento novo do Señor e o lavatorio dos pés, recordando o que Xesús fixera na última cea cos seus discípulos. A institución da Eucaristía e máis do sacerdocio, que hoxe conmemoramos, tivo lugar na última cea, que o Señor celebrou cos seus discípulos no Cenáculo en Xerusalén. Sabendo que lle quedaba pouco para estar con eles, o Señor tomou pan, bendiciuno e, dando gracias, déullelo aos seus discípulos dicindo: “tomade e comede todos del, pois isto é o mue corpo que se vai entregar por vós”. E de xeito semellante fíxoo co cáliz: “tomade e bebede todos del, pois este é o cáliz do meu sangue, que se derrama por vós e por moitos para o perdón dos pecado”. E engadiu de seguido: “facede isto en memoria de min”. O mandamento do amor ven a ser coma a última disposición testamentaria do Señor para os seus discípulos: “douvos un mandamento novo, que vos amedes uns aos outros como eu vos teño amado; nisto coñecerán que sodes os meus discípulos: si vos amades uns aos outros”. E todo no ambiente de unidade: “Pai, que todos sexan un para que o mundo crea”. O lavatorio dos pes, que neste ano vaise suprimir por mor da covid 19, é un xesto que ven a resumir a esencia da ensinanza de Xesús aos seus discípulos. Colleu unha toalla, cinguiuna a súa cintura, axeonllouse e púxose a lavárllelos pés.  E recomendoulles: “o que eu fago con vós, facédeo uns cos outros”, referíndose ao que Xesús ensinara: “o que queira ser o primeiro, fágase o último de todos”, “pois o Fillo de Deus non veu a ser servido, se non a servir e a dar a vida por todos”. Neste día non podemos esquecer que a colecta de Cáritas é fundamental e que ven a reforzar canto levamos dito, pois as necesidades dos máis pobres e sen teito son moitas e veñen agravadas pola pandemia que estamos a sufrir. As colas de xente pasando polas parroquias a recoller víveres danos razón da importancia que ten o compromiso dos cristiáns ca solidariedade con quen máis o precisa. ]]>