«Mira a la estrella, invoca a María»
San Bernardo de Claraval fue un monje cisterciense francés. Llegó a ser el abad del monasterio de Claraval, célebre abadía cisterciense por haber dado abundantes frutos de santidad. Bernardo fue un hombre inteligente, dotado de una singular agudeza y una gran capacidad de persuasión; pero, por sobre todo, fue alguien que supo poner sus dones y habilidades al servicio del Evangelio. Libró numerosas batallas intelectuales y convirtió a muchos para Cristo, incluyendo a su propia familia. Fue consejero de reyes y papas, escribió varios libros y una de las oraciones a la Virgen más hermosas que existen.
San Bernardo de Claraval nació en el castillo de Fontaine-les-Dijon, ubicado en la región de Borgoña (Francia), en el año 1090. Su familia pertenecía a la nobleza francesa. Su padre, Tescelino, fue uno de los caballeros del duque de Borgoña; y su madre, Alice, era hija de un poderoso señor feudal llamado Bernardo de Montbard. Bernardo fue el tercero de siete hermanos.
Cuando murió su madre, Bernardo volvió sus ojos hacia la Virgen María, la fuente de s
us consuelos y por quien profesó una fuerte devoción durante toda su vida. Bernardo fue el autor del “Acordaos”, una de sus oraciones marianas más hermosas.
En 1112 ingresó al monasterio cisterciense de Citeaux, fundado por tres grandes santos: San Roberto, San Alberico y San Esteban Harding. En aquel momento, el monasterio se había convertido en centro de un movimiento de renovación a través de una vuelta a los orígenes: allí se practicaba con rigor la regla de San Benito. San Esteban Harding, que era el prior, aceptó a Bernardo y a todos quienes lo acompañaron con inusitada alegría: no recibían vocaciones en 15 años.
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