Venres Santo na Paixón do Señor
Santo Viacrucis en la Catedral
El Viacrucis es el ejercicio de piedad más valorado para venerar la Pasión del Señor, participando con su afecto en el último tramo del camino recorrido por Jesús durante su vida terrena: el Monte de los Olivos, el Monte Calvario, el jardín donde fue sepultado en un sepulcro nuevo. El Vía Crucis es la síntesis de varias devociones surgidas desde la alta Edad Media la peregrinación a Tierra Santa para visitar devotamente los lugares de la Pasión del Señor; la devoción a las «caídas de Cristo» bajo el peso de la Cruz; la devoción a los «caminos dolorosos de Cristo», la devoción a las «estaciones de Cristo», esto es, a los momentos en los que Jesús se detiene durante su camino al Calvario. En su forma actual, que está ya atestiguada en la primera mitad del siglo XVII, En el ejercicio de piedad del Vía Crucis se acentúan varios rasgos de la espiritualidad cristiana: la comprensión de la vida como camino o peregrinación; la vida como paso, a través del misterio de la Cruz, del exilio terreno a la patria celeste; el deseo de conformarse profundamente con la Pasión de Cristo; las exigencias de la sequela Christi, llevando cada día la propia cruz (cfr. Lc 9,23)Pero, para realizar con fruto el Vía Crucis, debemos tener presentes lo que sigue: “el Vía Crucis es un ejercicio de piedad que se refiere a la Pasión de Cristo; sin embargo es oportuno que concluya de manera que los fieles se abran a la expectativa, llena de fe y de esperanza, de la Resurrección” Galería de fotos:
Venres Santo na Paixón do Señor
Hoxe pola tarde, as 17.00 horas, terán lugar na Catedral os oficios litúrxicos do Venres Santo. Neste día non hai misa e dáse a comuñón ca eucaristía reservada do Xoves Santo. Cristo crucificado é hoxe o centro da liturxia, coa reflexión e a contemplación do misterio redentor do Noso Señor Xesucristo: “mirade a árbore da cruz na que estivo cravada a salvación do mundo. Vinde e adorémola”. O silencio e o altar sen manteis indícanos a desolación que reina no ambiente pola morte do Señor. As partes principais da celebración son o canto ou lectura da paixón do Señor, a oración universal por tódalas necesidades do mundo e a adoración da Santa Cruz.
A proclamación da palabra de Deus culmina co canto ou a lectura da paixón do Señor segundo san Xoán, na que Xesús déixanos en herdanza a súa nai, como nai nosa e de toda a humanidade: “fillo, aí tes a túa nai”, referíndose a Virxe María, a nova Eva, a Nai da nova humanidade redimida por Xesucristo. A oración universal que se fai por todos e por tódalas necesidades do mundo, sen exclusivismo algún. Vanse indicando as intencións, gárdase un momento de silencio e pídeselle ao Señor que escoite a nosa oración. A adoración da santa Cruz, sinal de triunfo, de doazón plena, de amor total. Unha paixón voluntariamente aceptada, que nos salva, perdoando tódolos nosos pecados. Mentres adoramos a santa Cruz podemos dicir: “Pola túa paixón e pola túa cruz, bendito Cristo de Ourense, ampáranos na vida e máis na morte”. Neste día faise colecta polos Santos Lugares. En moitos deles os cristiáns foron perseguidos e masacrados, como puidemos comprobar na viaxe do Papa a Ur de Caldea na actual Irak.
Galería de fotos:
]]>


Hoxe pola tarde, a partir das 17.00 horas, terá lugar na Catedral a misa “da Cea do Señor”. Destacan tres partes fundamentais: a institución da Eucaristía, o mandamento novo do Señor e o lavatorio dos pés, recordando o que Xesús fixera na última cea cos seus discípulos.
A institución da Eucaristía e máis do sacerdocio, que hoxe conmemoramos, tivo lugar na última cea, que o Señor celebrou cos seus discípulos no Cenáculo en Xerusalén. Sabendo que lle quedaba pouco para estar con eles, o Señor tomou pan, bendiciuno e, dando gracias, déullelo aos seus discípulos dicindo: “tomade e comede todos del, pois isto é o mue corpo que se vai entregar por vós”. E de xeito semellante fíxoo co cáliz: “tomade e bebede todos del, pois este é o cáliz do meu sangue, que se derrama por vós e por moitos para o perdón dos pecado”. E engadiu de seguido: “facede isto en memoria de min”.
O mandamento do amor ven a ser coma a última disposición testamentaria do Señor para os seus discípulos: “douvos un mandamento novo, que vos amedes uns aos outros como eu vos teño amado; nisto coñecerán que sodes os meus discípulos: si vos amades uns aos outros”. E todo no ambiente de unidade: “Pai, que todos sexan un para que o mundo crea”. O lavatorio dos pes, que neste ano vaise suprimir por mor da covid 19, é un xesto que ven a resumir a esencia da ensinanza de Xesús aos seus discípulos. Colleu unha toalla, cinguiuna a súa cintura, axeonllouse e púxose a lavárllelos pés. E recomendoulles: “o que eu fago con vós, facédeo uns cos outros”, referíndose ao que Xesús ensinara: “o que queira ser o primeiro, fágase o último de todos”, “pois o Fillo de Deus non veu a ser servido, se non a servir e a dar a vida por todos”.
Neste día non podemos esquecer que a colecta de Cáritas é fundamental e que ven a reforzar canto levamos dito, pois as necesidades dos máis pobres e sen teito son moitas e veñen agravadas pola pandemia que estamos a sufrir. As colas de xente pasando polas parroquias a recoller víveres danos razón da importancia que ten o compromiso dos cristiáns ca solidariedade con quen máis o precisa.

]]>

Este domingo, llamado “de Ramos” nos sitúa en el pórtico de los días santos de nuestra redención. Es un reto importante situarnos adecuadamente para vivirlos con autenticidad. Se trata del máximo drama de la humanidad, el de su propia redención. La Iglesia, ya desde sus inicios, se sintió convocada el domingo por el mismo Señor para celebrar el misterio pascual, y la Iglesia madre de Jerusalén comenzó a conmemorar los sucesos de la redención en los mismos tiempos y lugares en que acontecieron. Así nació la celebración semanal y anual de la pascua. El domingo de Ramos es a un tiempo “pórtico” de la pasión y “síntesis” de ella. El amor padecido y sufrido es garantía de veracidad de ese amor: un “reino” al revés, que no llega a caballo sino montano en un simple asno y lo aclaman los pobres y sencillos, nunca los poderosos ni los sabios.
La cruz de Cristo no es solo un suceso histórico, sino la más formidable contrahistoria del mal. En la cruz, Cristo se hizo vencedor haciéndose víctima, recorriendo el camino contrario a los deseos de poder y dominio. En la cruz, la Omnipotencia se hizo impotencia. Se abajó, se anonadó siguiendo el camino contrario al odio y al orgullo. Es un camino inaudito; a nadie se le ocurre ganar perdiendo, o triunfar mediante el fracaso personal, o afirmar a los demás desafirmándose a sí mismo, o exaltar a los otros en el rebajamiento de sí mismo. Esta es la “sabiduría” y la “fuerza” de Dios en Cristo: no devolver mal por mal. Representa el triunfo del amor sufrido, por eso la esperanza se hace carne viva, sufriente, entregada. En la cruz, Cristo amó uniendo dos extremos, la máxima ofensa y el máximo amor. Y quiso que ese mismo suceso, singular y único, perdurase siempre y fuese celebrado, ¡el mismo! Por todos sus seguidores. Creer en Jesucristo es adorar su cruz, no la de palo, sino la de su amor total. La cruz, el amor en la indiferencia y la contrariedad es el distintivo de los seguidores de Jesús. Y es lo que verdaderamente celebramos ahora los cristianos si realmente somos seguidores del Crucificado (Pastoral diocesana).
Galería de fotos:

]]>







En este tiempo de confusión y cambio mucho importa recuperar lo central y poner en valor lo que es importante. “Tanto amó Dios al mundo…” . Aquí está todo dicho. Desbordamiento de Dios amando, se derrama sobre el mundo en la encarnación del Hijo para hacer redención. Inundación, desmesura del amor de Dios. Los seguidores de quien dio la vida por el mundo debemos envolver y abrazar el mundo con la esperanza del Salvador. De ahí que la Iglesia debe ser una comunidad apasionada por la vida del hombre.
Iglesia, hogar cálido para que todos encuentren motivos para seguir esperando. Cómo duele sentir Iglesias sin calor materno, sin acogida cálida. Muchas veces “hace frío en la Iglesia” cuando no tiene entrañas de madre, sino que enjuicia, restringe o frena. Sólo una Iglesia madre capaz de amar en desmesura podrá engendrar, dar vida, generar nuevos convertidos, abrir brechas en los muros de la indiferencia; Jesús se propone en la Cruz como un signo, un signo de misericordia, de perdón, de reconciliación. ¿Qué experiencia vives cuando miras la Cruz? ¿Te cuesta ser acogedor, conciliador, paciente? ¿En qué momentos, con qué personas, en qué situaciones? ¿Experimentas tu parroquia como un lugar de acogida, como un hospital que cura a los heridos, más que un centro penitenciario? Conoces a alguna persona que haya vivido esto? (Pastoral diocesana).
]]>











]]>

A mediados de la Cuaresma del año pasado (compartida con toda la humanidad), nos sorprendió una emergencia sanitaria y social. Ahora se han vuelto cotidianas palabras difíciles de vivir y pronunciar, como “estar en cuarentena”, “confinamiento”, “medidas

Diócesis de Ourense























El mundo ha superado los 95 millones de contagios por coronavirus. Pero hay otras cifras aún peores. Este año, más de 800 millones de personas padecerán hambre en el mundo. Y 1.300 millones se ven ya afectadas por la pobreza.